sábado, 29 de junio de 2013

Silencio: El más fuerte y expresivo de todos los ruidos


Lento el viento sopla, veloz el tiempo vuela. Callado tras mi ventana, busco el profundo horizonte nocturno en silencio, mientras soy esclavo de mis palabras. Bella forma de describir mi estado actual, similar a la escena inicial del videoclip de November Rain. Pero ni existe lluvia de noviembre en este pequeño lugar, ni pastillas que curen depresiones de amores no correspondidos, ni tormentas que se avecinan para aterrorizar nuestras almas sensibles y miedosas. Es el silencio quien empapa mis oídos de lágrimas, similares a las gotas de agua que calan las calles de mi añorada ciudad de Londres (cuánto deseo tus calles, cuánto añoro cumplir ese sueño tan cercano y ahora tan lejano de pisar tus charcos, de volar tus edificios, de sentir tu aire). Es el silencio quien se convierte en la medicina de esas aventuras amorosas que nunca emprendí, pero que siempre me arrepiento de no haber realizado. Como buen ser humano, como buen hombre idiota, valoro más lo que nunca he realizado por encima de lo logrado. Como buen amigo, es el silencio también quien hace mis oídos estallar ante el más atronador de los ruidos. Con su infinita fuerza, me susurra y me recuerda que el silencio es la virtud de los locos, como ya mencionó en su día el filósofo británico Sir Francis Bacon. Maldito sea el destino por concederme el defecto de ser esclavo de mis palabras, y no el rey del silencio: el más fuerte y expresivo de todos los ruidos. 

Inquieto pues me encuentro, escuchando como Slash interpreta los dulces acordes de su guitarra en plena lluvia de noviembre, mientras Axl Rose contaba la historia de su boda y el suicidio de su mujer durante nueve minutos. Nueve eternos minutos en los cuales no corre el tiempo. Imborrables, maravillosos. Y sin embargo, es la lluvia de noviembre, aquellas dichosas gotas por las que todo fanático suspira, las que lo expresan todo. Las palabras no dicen nada. Y entonces me recuerdo que todo humano es preso de sus sueños, esclavo de sus palabras. ¿Tal es la grandeza del silencio que es capaz de convertirse en la expresión de los bondadosos desamparados y en la peor mentira de los traicioneros ocultos? Suspiros angustiados se escuchan detrás de las paredes. El silencio es angustia, el silencio es indiferencia. Sufrir en silencio. Qué dichosa sensación. Soportar los sollozos y los apretones permanentes de nuestro pecho, sin pronunciar ni una sola palabra. Ni una maldita palabra. Todo por ti, dichoso amor. Siempre presente en la vida de los terrenales, bien para darnos momentos de éxtasis o penuria, de énfasis o lujuria. De alegría y odio, de la nada al todo. Qué paradójico. Todo en silencio, desde los besos más soñados y apasionados en esa fría y emotiva lluvia de noviembre hasta la soledad más eterna y profunda. 


Es el silencio, aquel que ríe y llora, aquel que se impone en la alegría y la tristeza, el mejor de los aliados ante el dolor. Dolor, aquel que padecieron los judíos ante el Holocausto, aquel que padecieron los negros en el Apartheid. Terror, miedo, pavor recorrieron las almas de esos sufridores. Pero siempre simplificados en el silencio. Fue en silencio cuando Nelson Mandela, en su celda de la cárcel de Robbie Island, compuso esos dieciséis versos que le acompañarían en la posteridad, durante sus 27 años de calvario en la prisión sudafricana. Fuerza, confianza, honor ocuparon el alma del gran Madiba en ese período imborrable de la historia. Siempre simplificados en el silencio. Bendito o maldito, ángel o demonio, pero siempre presente. Siempre susurrando al oído, siempre estallando nuestros sentimientos, nuestros indefensos corazones. "Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena", afirmaba un hombre tan sabio como la vida misma, Mahatma Gandhi. Bombas, cañones y pistolas atronaban las noches en vela de Auschwitz y Nagasaki, así como las prisiones de negros en Durban. Solo el silencio se apoderó de las temerosas almas de los inocentes y torturados. Aquel silencio que reinó en el fin de la guerra. No se necesitaban palabras, una mirada bastaba, un paisaje sobraba. Era el silencio, el más fuerte y expresivo de todos los ruidos. 


Recuerdo lo que es pasear libremente por el Elisio, silencioso y solitario, despoblado y deshabitado, como Russell Crowe a su muerte en Gladiator, y pienso en el valor del silencio. Elisio por el que camina Kurt Cobain desde hace 19 años, cuando decidió morir feliz que vivir en pena (aquel que afirmó aquello de que los silencios dicen todo y las palabras no dicen nada), aquel por el que andará Mandela en breve, si el Dios que fuere le permite descansar con la paz que merece, la que Kurt no tuvo en vida. Seguro que antes de eso, Madiba tendrá un sueño, en silencio. Como aquel que tuvo hace no muchos años, el de unir a blancos y negros. En silencio, como estos humildes y expresivos párrafos que estoy escribiendo a cada segundo, a cada instante. En silencio, como mis deseos de comerme el mundo, y de ser correspondido a mis romances.  Como mis sueños de ver el cáncer como un simple signo del zodiaco, o guerra como un simple juego de cartas, o de globos de agua si cabe. Agua de lluvia, de lluvia de noviembre. La que añora Slash con su guitarra, la que reclama Axl Rose con su letra melancólica y enternecedora. Así anochece, así sonrío. Sin nada que decir, porque está todo dicho. En un segundo de placer, en una vida llena de paz. En silencio: el más fuerte y expresivo de todos los ruidos.


PD: Como siempre suelo comentar en cada una de mis post-datas finales, espero y deseo que os hayáis emocionado y sentiros identificados con cada una de mis palabras. Ha sido una entrada bastante emotiva y especial de escribir, puesto que me he inspirado en varios gustos de mi vida que me llegan al corazón. Gustos como es mi admiración hacia Nelson Mandela o mi predilección por los Guns 'n' Roses y esa maravillosa canción que es November Rain. Con ella quiero dejaros, seguro que la habéis escuchado en varias ocasiones. Os recomiendo la lectura de su letra, tan impactante y emotiva como la canción, tan fuerte y expresiva como el silencio. Un saludo y ser felices.








1 comentario:

  1. Perfecto, es la palabra que define tu forma de escribir y expresar aquellos sentimientos que expones ante un público exigente. Conozco mucho de ti sin haber hablado contigo y eso es por la gran fama que te has ganado con tus PERFECTAS palabras. Felicitaciones por este don que alguien de ahí arriba te ha otorgado.

    Besos y confío en que sigas desarrollando dicho don.

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