domingo, 23 de junio de 2013

El tiempo: El único ejecutor de su propio destino


"El amor hace pasar el tiempo, el tiempo hace pasar el amor", afirmaba un sabio proverbio italiano. El tiempo, tan caprichoso como el destino, tan abstracto como el propio amor. Quizá sea uno de los temas más interesantes que he tratado jamás. Caprichoso, porque se para cuando suspiramos, cuando dejamos todos nuestros alientos desgarrados en busca de ese momento amoroso inolvidable para nuestros corazones. Caprichoso, porque pasa tan rápido que en el mínimo instante que lo dejamos marchar, nunca lo volveremos a recuperar.  Abstracto, porque todos hablan de él sin comprender la magnitud de su grandeza y relevancia. Las manijas del reloj son solo la simplificación de un juego que varía tanto como quiere, aunque siempre en la misma dirección. Así es el tiempo, el único ejecutor de su propio destino. 

Miro atrás en el tiempo y confieso que tengo miedo, mucho miedo. Me resulta terrorífico recordar todo lo que fuimos y no somos ahora, todo lo que pudimos llegar a ser y no llegamos, todo lo que prometimos y no cumplimos. Terrorífico, porque todavía existen pedazos de aquellos sueños que ahora parecen tan insignificantes que ni siquiera cobrarían su importancia bajo las arenas del desierto. Miro hacia el futuro, y siento temor. Temor por no conocer el destino que me depara, por pensar que si todos mis sueños pretéritos fueron enterrados, por qué no van a ser olvidados los de ahora. Confieso que el tiempo ha cambiado mis percepciones, sin olvidar todo lo que pensaba en antaño. Y esos cambios, tan imperceptibles como la llegada de la noche y el día en la Tierra, me asombran. Y me entristecen. Quizá antes tuviese más ilusión y rebeldía por conquistar el tan deseado amor por cualquier hombre. Ahora solo soy una caricatura de ese chaval pequeñito, iluso e inocente. Son solo trece años, pero los suficientes para alcanzar madurez y experiencia en mí mismo. Cómo cambian las cosas en mí, cómo cambian las cosas a mi alrededor. Malditos caprichos del tiempo.


"La gente joven está convencida de que posee la verdad. Desgraciadamente, cuando logran imponerla ya ni son jóvenes ni es verdad". Algo similar a lo que afirmó Jaume Enrich nos ocurre en esta sociedad imperfecta. Amor fraternal, honestidad, sinceridad... El tiempo se encarga de enterrar todas las mentiras. ¿Qué es un 'para siempre' en el tiempo, cuando ni siquiera nuestras vidas son eternas? ¿Qué es la verdad sino un cúmulo de grandes engaños? Hace un tiempo que supe que una buena vejez es un pacto honrado y sosegado con la soledad. Confieso en este tiempo eterno que prometí un día no abandonar la soledad si no era por ese amor fraternal que quizás no exista ni en las calles de la ciudad que lleva esa denominación. Ni Filadelfia es ya la 'Ciudad del Amor Fraternal', aunque siempre nos quedará París. ¿O quizá tampoco? Estúpidas reflexiones las mías, que hacen llevar mi cordura hasta este punto de locura debido a que veo pasar el tiempo por mi ventana, entre nubes de tormenta que iluminan con rayos y magnifican con la lluvia un beso de dos enamorados. Y yo aquí sigo, viendo pasar el tiempo en mi ventana, esperando señales de la Alquimia que nunca llegan, o que se disuelven en el olvido. Quizá sea la distancia la que martirice todo, pero eso ya es otra historia. 


Sin embargo, la vida como los sueños son un ciclo permanente. Nacen unos, se desarrollan otros y finalmente acaban muriendo. Pero, el tiempo, como la Mano que lo dictamina todo, siempre encuentra un final perfecto para nosotros. Porque si ese final no ha sido el adecuado, es que todavía no ha terminado nuestra historia. Porque solo triunfa en el tiempo aquel que cree en la belleza de sus sueños, porque solo el tiempo permite resarcirnos de aquellas decisiones inadecuadas del pasado. Y en ese intento de cumplir todo lo que un día enterramos, en ese intento de recordar que el humano es el único ser terrenal que con sus actos en vida puede alcanzar la eternidad, aquí sigo. Soñando, como un niño maduro. Ocultando mis intenciones, sonriéndome por dentro sabiendo que lo mejor está por llegar. Por mucho que la frustración nos golpee, seguimos siendo presos de nuestros sueños. Caprichos del tiempo. Caprichos, como que me otorgue el don de seguir escribiendo, aún a sabiendas de que aquellos enamorados que se besaron bajo mi atenta mirada alegre y entristecida, honesta y algo envidiosa, nunca me leerán. Aún a sabiendas que pocos guardarán estas líneas en su recuerdo. Aún a sabiendas que esa chica que quiero que el tiempo ponga a mi alcance en una sola oportunidad de cumplir mis sueños ni siquiera sabrá de mi objetivo. Así pasa mi vida, soñando y pensando en el futuro, porque es el lugar donde pasaré el resto de mi vida. Así pasa el tiempo, el único ejecutor de su propio destino. 


PD: Espero que hayáis leído esta entrada y que os haya gustado e identificado, que es lo importante. He intentado mezclar confesiones mías con el tema a tratar, aunque siempre con el fin de que os sintáis como si fuesen vuestros propios sentimientos. Durante este verano espero escribir bastante por este blog, ahora que tengo tiempo libre. Me encantaría que os pasaseis siempre que podéis, ya que escribo con la finalidad de ser leído y de influir en vuestros pensamientos. Finalmente, como reflexión sobre este tema tan abstracto que es el tiempo, os voy a dejar unos versos del poeta estadounidense Walt Whitman que espero que os sirvan en el futuro. Como conclusión final, nunca desistáis en vuestros deseos, porque el tiempo siempre dará la oportunidad de cumplir nuestros objetivos. Un saludo y ser felices.



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