lunes, 28 de enero de 2013

Celos: ¿Amor o egoísmo?


Celos. Esa reacción instantánea, tan normal en los indefensos corazones de los no amados, que provoca una sensación de envidia e impotencia hacia la persona que queremos. Todos los tenemos, pocos los mostramos. Muchos dicen que el celoso es el que más ama, otros afirman que el celoso es el más egoísta. ¿Acaso el que no es celoso no ama? Entonces, ¿los celos son amor o ego? Interesantes cuestiones que comparten diversas respuestas, como cualquier pregunta que nos planteemos en la vida. Ninguna verdad es absoluta, todas son relativas. Ahora, todos tenemos nuestra verdad absoluta, la que nadie nos va a cambiar. Por tanto, ¿son para mí los celos una muestra de amor o de egoísmo? Iré contándolo a lo largo de estos párrafos que espero que os gusten.
 
"El que no tiene celos no está enamorado", afirmó el obispo y filósofo San Agustín. Todos nos hemos enamorado y todos hemos sentido esa sensación de tristeza, de envidia hacia esa persona que puede disfrutar el tesoro que nosotros siempre hemos deseado y añorado en nuestros sueños. Pensar en todos esos besos que solo hemos podido lanzar al aire porque los labios de la persona amada estaban ocupados en otra piel y en otra sonrisa nos genera impotencia y soledad. Uno va sintiendo cada vez más tristeza mientras escucha una melodía pausada y sensible de Eric Clapton al recordar esos tiempos reales y dolorosos de melancolía, en donde nos dejaban tirados sin darnos cuenta. Tiempos en los que esa persona que amábamos nos preguntaba por qué estábamos tan cabizbajos y nosotros respondíamos con un "Nada, no me pasa nada tranquilo" soltando una leve sonrisa que solo tapaba nuestras frías lágrimas que estaban a punto de saltar para recorrer lentamente nuestras mejillas tristes por esa falta de cariño, por esa falta de besos.
 
 
 
Está claro que los celos se producen por amor hacia una persona de la que nos sentimos enamorados o por envidia hacia alguien pero, ¿qué seríamos capaces de hacer por conseguir un amor no correspondido? ¿Mataríamos por amor? ¿Haríamos barbaridades solo por la obsesión de sentir cariño o mayor admiración entre la gente? Todos nos hundimos, pero solo unos pocos resurgen de sus cenizas, como el Ave Fénix en sus años de apogeo. Esas son las grandes personas, las que mejor aman y las que aceptan que la vida es como es, que nuestro destino está escrito y solo hay que interpretarlo de la mejor manera posible, con una sonrisa. ¿Merece la pena luchar por alguien que no valora tus cualidades y que no conoce tus virtudes? ¿Merece la pena luchar por alguien que jamás te dirá "Estás preciosa esta noche"? Por tanto, celos es amor... propio. Egoísmo y envidia lo podemos llamar también. No aceptar que alguien no te ama o querer ser lo que nunca serás son muestras de cobardía, de un complejo de inferioridad propio de celosos acomplejados y empequeñecidos en las garras del miedo.
 
 
 
Podemos intentar modificar nuestros defectos, podemos intentar reinventarnos y ser impredecibles y sorprendentes, pero nunca podremos cambiar nuestra forma de ser. Tenemos una esencia que solo nuestra persona ideal será capaz de aceptar y amar, y esa persona la tiene dictada el destino. Tarde o pronto, llega. Por eso no debemos ser celosos, la experiencia lo demuestra. El celoso que mata por amor acaba muriendo del dolor del arrepentimiento, pensando que seguramente no merecía la pena todo lo que hizo por esa persona que tanto añoraba. La paciencia es la madre de todas las ciencias, y todos los príncipes tienen un camino que recorrer hasta llegar a los brazos sentimentales de las doncellas. No es el príncipe que escoge el camino más corto y el que llega antes quien mejor te va a tratar, sino el que más obstáculos y más ha luchado por llegar hasta ti. Entonces y solo entonces, ese será el príncipe ideal y el principio de otro capítulo de una maravillosa saga de cuentos románticos entre dos humildes personas. Pero eso es otra historia que ya está contada. Por tanto y tras mucho reflexionar, creo que el celoso ama más, pero no mejor. Y siempre la calidad es mejor que la cantidad, creedme. 
 
PD: Como siempre os digo, espero que hayais disfrutado mucho con esta entrada de mi blog y me gustaría que vosotros, esta vez, reflexionaseis sobre esta fascinante pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez y que siempre nos ha costado responder. Me gustaría saber lo que pensais. Al fin y al cabo, escribo por y para ello. Y recordad, nadie es más bello o bella que vosotros, cada uno es como es. Un beso enorme y ser felices.
 
 
 
 
 


jueves, 24 de enero de 2013

Historias de amor: Eternas, esenciales e infinitas


"En toda historia de amor siempre hay algo que nos acerca a la eternidad y a la esencia de la vida, porque las historias de amor encierran en sí todos los secretos del mundo." Así definió Paulo Coelho las historias más bellas que cualquier escritor de cualquier época podría contar. Tan dulces como La Primavera de Antonio Vivaldi, tan trágicas como la historia de Romeo y Julieta, tan enigmáticas como cualquier jeroglífico egipcio... Así son las historias de amor, una maravillosa narración capaz de globalizar cualquier ámbito de la vida. Eternas como el tiempo e inolvidables para cualquier mente terrenal, así son estos cuentos maravillosos, más atractivos y valiosos que las fábulas de Esopo. Como si de una película se tratase, iré retrocediendo en el tiempo y recordando todos aquellos recuerdos indispensables en cualquier historia romántica.
 
Mientras escribo estas sentimentales palabras, el Sol empieza a ponerse por el horizonte y está dejando de alumbrar mi ventana. Cae la noche, bajo la cual nacen los sueños; tan imposibles hoy y tan reales mañana. Sin saber como ni por qué, tal vez por una simple estupidez para cualquier persona, la llama del amor se enciende en los ardientes corazones que transmiten sus sentimientos bajo una penetrante mirada. Ambos cuerpos se aman y se desean por un hecho inexplicable para los intelectuales de la ciencia, y así comienzan los grandes romances. Simples saludos tímidos con la mano que sueltan una sonrisa de aquella dulce princesa que ve como el chico de su vida le complace despidiéndole bajo la lluvia que comienza a desvanecer su presencia.
 
 
La lluvia, eterna compañera de la soledad pero creadora de los sueños más alocados de nuestras cuerdas cabezas. Quién no recuerda aquel beso de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en Casablanca o el de Ryan Gosling y Rachel McAdams en El Diario de Noah. Muchos direis que ambos besos fueron en una película pero, ¿qué es amor acaso? Algo de ficción en un mundo tan real que a veces nos aburre por su vida rutinaria. Amor es espontaniedad, es soñar con lo imposible, creer en lo irreal. Así lo relata cualquier chica que se va a su casa pensando sin parar en ese minuto inolvidable en el que se plantó, cara a cara, con la persona que cambiaría su vida. Ese solo es el inicio de la romántica narración de un maravilloso cuento de hadas. 
 
La noche llega, siempre tan tempranera, siempre tan deslumbrante con todas las estrellas del firmamento dando color y belleza al ennegrecido cielo. Pero la chica solo tiene pensamientos para el chico que día y noche no abandona su cabeza. Cada vez más y más cerca de él, y cada vez más y más enamorada de aquella persona perfecta que un día Bob Marley nos aseguró que cada ser humano tenía por el mundo. Llegan las conversaciones por el móvil, esas tardes enteras en las que una se preocupa únicamente en contestar todo lo que le dice aquel bello chico. Después de eso, empiezan las citas, los mimos, las caricias... Hasta que se produce el momento más encantador e inolvidable en la vida de cualquier enamorada persona. A cámara lenta, sintiendo como poco a poco los dos cuerpos se atraen hacia si mismos, ambos labios se juntan para plasmar la sensación más fantástica que un humano puede sentir jamás. Y es que un beso es la expresión más simbólica entre dos enamorados, algo que no requiere de palabras ni de sonidos para expresar en él todos los momentos de desesperación, de tristeza y de sufrimiento vividos hasta entonces. Los besos callan las palabras y son mucho más sinceros. No hacen tanto ruído, pero su eco se hace más duradero.
 
 
 
Muchos dicen que a partir de un beso nacen las grandes historias de amor de la humanidad, pero no lo comparto. Hay muchos, muchos secretos detrás de esos labios que plasman su romanticismo en un simple suspiro, en uno de esos momentos que te dejan sin aliento. Porque en el amor no todo es alegría, no todo es comedia, no todo es felicidad. Detrás hay muchas historias de melancolía, de sueños rotos por el camino que por diversas circunstancias nunca se pudieron cumplir. Solo un beso ayuda a olvidar aquellas penas que derrumban nuestros frágiles corazones día a día. Porque no hay nada tan doloroso como girar tu cuerpo hacia un lado de la cama y no sentir la piel de nadie; porque duele escuchar el silencio en tu solitaria habitación mientras observas la ventana y ves el beso de tus enamorados amigos. La soledad produce miedo y melancolía entre esas personas que no encuentran consuelo ni en los recuerdos ni en los sueños que algún día tuvieron. Pero creerme, el miedo no lleva a ningún éxito, y la melancolía solo te hunde en las profundidades del alcohol y el frío, que solo se pueden esconder bajo un viejo abrigo que oculte nuestras vergüenzas y arrepentimientos. Ser valiente no es ser exitoso, sino orgulloso. Y en este año 2013, me he propuesto que cambiemos esas caras tristes y esos sueños imposibles por sonrisas y objetivos del mañana que podamos hacer realidad. El amor como la vida tiene un guión escrito, solo debemos actuar de la mejor manera posible tal y como nuestra vida nos lo indique. Solo las mejores historias se recuerdan en los altares de la eternidad, como las novelas de Shakespeare o las obras de Vivaldi y Mozart.
 
PD: Espero que os haya gustado la entrada y como siempre, que os hayais identificado y emocionado con estas líneas. Disfruto mucho si consigo alegraros las tardes cuando leeis mis textos y me encantaría que una vez más lo haya conseguido. Ser felices y recordar que a todos les debemos una sonrisa, pero solo a una persona nuestro corazón.
 

 
 
 
 
 
 
 
 

martes, 15 de enero de 2013

Una sonrisa, algo que el dinero no puede comprar

 

"La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz". Con este célebre proverbio escocés quiero comenzar a escribir mis primeros párrafos de este humilde blog en 2013. No quiero mostrar sentimientos de melancolía, pensamientos del pasado y sueños diluídos entre los mares de lágrimas derrochados en tiempos pretéritos. Me gustaría hablar de esa pequeña cosa que puede cambiar nuestra vida al verla, creando una imagen imborrable en nuestro sensible alma. Hablo de una sonrisa, algo que el dinero no puede comprar. De esta manera titulo mi nueva entrada, la primera de este año venidero, dedicada a todas aquellas personas que hoy no tienen el ánimo y la suerte de poder mostrar sus brillantes perlas de la boca ante el resplandor del Sol. Estos párrafos van para vosotros.
 
Es pesado y repetitivo hundirse en las penas de uno mismo, porque la vida es cuestión de improvisar y reinventarse. No es más perfecto quien más muestra sus cualidades, sino quien sabe utilizarlas mejor en cada circunstancia. Es hora de cambiar, de darle otro aire a nuestra vida. Cambiar es mejorar, y mejorar es sentir satisfacción por nosotros mismos. Solo así salen nuestran sonrisas. Cuestión de reinventarse, de ser impredecible y de ser capaz de sorprender a cualquiera. No solo te sacarás una sonrisa, sino que dejarás sonriendo a quien tienes delante. Y dos sonrisas duplican a una, las matemáticas en este caso nunca fallan. Olvidemos nuestras penas por un segundo y miremos nuestro espejo con una sonrisa, recordemos todos los momentos buenos que vivimos y pensemos en la felicidad que sintimos al experimentarlos.
 
La vida es cuestión de experiencias. Tengo 13 años, no he vivido muchas, pero las suficientes como para reinventar mis pensamientos. Yo también he tenido mis tristezas, he contado mis solitarias penas, he imaginado historias de desamor ingenuo, pero no sirve para nada. Cualquier pena no es un tiempo perdido en nuestra vida, sino una experiencia más de la que debemos aprender. Y siempre que se aprende, el tiempo está bien empleado. Uno echa la vista atrás cuando no hace mucho dramatizaba cada matiz y cada circunstancia la convertía en una lágrima inconsolable, y ahora recuerda esos tiempos con optimismo, pensando que nunca se volverán a cometer esos fallos del pasado que no deben romper nuestros sueños del futuro. "Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad", decía el sabio Sir Winston Churchill. Es un difícil paso, pero el optimismo es la forma de vida que fabrica sonrisas en nosotros y en nuestros seres queridos. Y solo sonriendo podemos mostrar nuestra verdadera belleza.
 
 
La belleza, aquel concepto tan abstracto como superficial, pero que en realidad se encuentra en el interior de cada uno de los corazones. Todos somos bellos, pero no todos somos capaces de mostrarlo ni de valorarla. Es tan relativa que no hay que obsesionarse por demostrarla a alguien en especial. Cada uno ve la belleza de forma diferente, y solo esa persona que aprecie esta maravillosa cualidad nuestra será nuestra media naranja. Todo llega y no hay que buscarlo, sino esperarlo con ilusión e intriga. Somos simples espectadores de nuestras vidas, esclavos de ella, y no podemos cambiar un guión preescrito. Lo único que podemos hacer es sentarnos, mostrar nuestras virtudes al máximo y no perdernos cada maravilloso detalle que acontece nuestra película de la que solo sabemos su trágico final. Es por ello que en una película no se miden los momentos de melancolía, sino las escenas de alegría del protagonista, ya que son más escasas y llaman más la atención. Nadie recuerda a quien llora sus penas bajo un abrigo que le resguarda del frío, sino a quien expresa su pasión en un acalorado beso bajo la lluvia con su chica ideal. Soñemos e intentemos comernos el mundo, recordar las penas que un día nos hicieron llorar y reirnos ante ellas. Solo entonces, nos habremos reinventado y solo entonces, nuestra enorme sonrisa será iluminada por los penetrantes y brillantes rayos de Sol que un día nos dieron la espalda. Y creerme, eso no hay dinero que lo compre.
 
 
 
PD: Espero que hayais disfrutado y tras estas sinceras líneas hayais logrado sacar una dulce y bella sonrisa de vuestras caras. El mundo se merece disfrutar de vuestras risas y no quiere llorar vuestras penas. Recordar que no hay nada más bonito que una dulce y tierna mirada unida a una bella y esbelta sonrisa. "El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse", porque todo algún día llega. Y en el momento que lleguen las alegrías, las esperaremos con una sonrisa =D