martes, 23 de abril de 2013

Leer: el viaje más apasionante entre los sueños


"La lectura es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo". Eso es lo que el poeta y dramaturgo inglés Joseph Addison afirmó en su día. Hoy es 23 de abril, Día del Libro. Una de las fechas más señaladas del calendario para muchos de los humanos que habitamos este experimentado y sabio mundo. La lectura, qué apasionante actividad, que nos abre la mente imaginando sueños imposibles, historias utópicas que ni siquiera los autores de cada uno de los libros que leemos a diario pueden imaginar. Leer es conocer, leer es viajar, leer es soñar. Solo las historias de los libros son capaces de que formemos nuestra propia historia en nosotros. Así es la lectura, así es leer: el viaje más apasionante entre los sueños. Espero homenajear en esta entrada a todos y cada uno de los escritores que hacen que el mundo de la lectura sea cada día más apasionante e inmortal. Solo el que lee se convierte en un hombre completo, y solo el que lee es capaz de creer, de soñar, de imaginar. Y sin sueños, no hay motor que impulse nuestro corazón con más vitalidad día a día. 

"El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho", contó en su día un mito viviente de la literatura como fue el gran Miguel de Cervantes. Curioso, que sea el gran escritor de alcalaíno quien nos hable de sabiduría y cordura, cuando su más célebre personaje (de cuyo nombre no quiero acordarme) era el máximo exponente de la locura universal. Locura de sueños, locura de amor. Así era Don Quijote, en una representación de cada uno de los lectores que nos sumergimos en cada una de las apasionantes historias que estos grandes escritores como el Manco de Lepanto nos regalan. Somos locos soñadores, somos libres apasionados que imaginamos mucho más allá de lo que leemos. Todos tenemos una Julieta diferente en nuestras mentes de la famosa tragedia de Sir William Shakespeare, o una Cleopatra distinta a la cual Marco Antonio usó a su antojo en esa maravillosa historia de amor que nos cuenta Terenci Moix en No digas que fue un Sueño. Quien sabe si es la lectura la que nos ayuda a representar a nuestra pareja ideal. Demasiadas reflexiones difíciles de responder. No merece la pena buscar respuestas, pero sí hacerse preguntas. Porque leer sin reflexionar es una ocupación inútil, como bien afirmaba el filósofo chino Confucio. 


Quizá no haya algo tan apasionado como la lectura. Podremos haber recorrido miles y miles de kilómetros que el mayor viaje que recordará nuestra alma será cada libro y cada historia que grabe nuestra retina. Cada historia que leemos, cada sueño que iniciamos, se traduce en una nueva aventura que cambia nuestra vida. Es por ello, que cada libro que abrimos se convierte en nueva experiencia que conmueve nuestras mentes terrenales. Y creerme, que como bien dice el dicho, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Y no es más viejo quien más años cumple, sino quien más experimenta. Leer nos hace mejores personas, leer nos hace creer más en lo imposible, nos hace optimistas. Y ya lo decía Chesterton, que ser optimista nos hace creer en los demás y no solo en nosotros mismos. La lectura, por tanto, nos hace mejores personas. No nos hace saber más, pero sí tener los suficientes conocimientos en este sueño que es la vida. Algún día cualquier ente del Universo será capaz de escribir la magnitud de este regalo que es nuestro mundo, o quizá no necesite hacerlo. No solo leemos lo que escribimos, también lo que sentimos y vemos. Es por eso que el Universo, la Mano que dicta nuestro destino, está constantemente relatando nuestra historia a través de las señales que nos aporta cada elemento de nuestro planeta. La ciencia de la Alquimia la llaman algunos. ¿A qué fantasioso libro me suenan todas estas conspiraciones? Seguro que el genial Paulo Coelho lo sabrá, así como todos sus seguidores como yo. No está de más homenajear a mi escritor favorito en este día tan especial. 


Dijo el gran poeta español Gustavo Adolfo Bécquer en su día que pase lo que pase, haya o no poetas, siempre habrá poetas. Lo mismo podemos decir de los libros. Haya o no escritores, siempre habrá lectura, y este día será inmortal por los siglos de los siglos, como cada una de las épocas de la literatura universal que han pasado a los anales de la historia. Desde la Edad Media al Realismo, pasando por el Romanticismo, el Barroco o el Renacimiento. Desde el infante don Juan Manuel hasta Miguel Delibes, desde los relatos de Vargas Llosa hasta las obras dramáticas de Lope de Vega o las historias de Quevedo. Incluso, desde ese antiguo vecino nuestro que fue en Guadalajara Camilo José Cela hasta los poemas de Machado. Puede que haya artes maravillosas, que la música emocione, que el arte impresione, pero la literatura es una forma de vida. Y cada gota de tinta, cada letra que quede impregnada en las hojas de cualquier libro inmortal, perdurará hasta que las Pirámides de Gizeh derrumben sus bases. Eso no ocurrirá nunca, y la lectura y esta arte de la literatura seguirá tal y como comenzó: siendo eterna y maravillosa. Así, leer seguirá siendo el viaje más apasionante entre los sueños. 


PD: En esta reflexión final, quiero deciros a todos los lectores de este blog que espero que os haya gustado este pequeño homenaje a este precioso arte de la literatura y esta apasionante actividad que es la lectura. Quiero haceros un pequeño énfasis e insistiros en que no abandonéis nunca la ilusión por leer, porque es de lo más bonito que existe. Y ya que estamos en este blog, espero que no dejéis de leerme. Vosotros sois los que me impulsáis a seguir escribiendo. ¡¡¡Feliz Día Del Libro!!!




martes, 16 de abril de 2013

Recuerdo: Una bonita forma de sonreir


"Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces", afirmaba el poeta latino Marco Valerio Marcial. El Sol se va poniendo en mi ventana y hoy, en este blog tantas veces abandonado a mi suerte, me ha dado por recordar, por experimentar otra vez esos grandes momentos que me hicieron feliz. Quizá ahora esté más preocupado y frustrado que en esos tiempos pretéritos que fueron mejores, pero eso no significa que mi estado actual sea de profunda tristeza. Esos recuerdos del pasado, esas experiencias que las mujeres asimilan como forma de vida, son las que hoy me mantienen con confianza y alegría. Recuerdo que la vida es cuestión de risas y sonrío. Recuerdo que mis sueños todavía se mantienen firmes e impulso todavía más fuerte los latidos de mi corazón. Eso es vivir del recuerdo: una bonita forma de sonreír.

El recuerdo: el único paraíso del que nadie nos puede expulsar, afirmaba el alemán Jean Paul. Puede que no sintamos el amor en nuestras carnes de aquellas personas que desaparecieron  como estrellas fugaces de nuestro firmamento, pero su recuerdo es más poderoso que cualquiera de las cosas que forman el Universo. Nos sonreímos porque no hay nada más bonito que esa sensación de sentirnos por encima de todo y de todos, a pesar de ser humanos terrenales sin más. La belleza del recuerdo, que convierte una lágrima en un prisma que solo sirve para reflejar la luz del Sol que acabará iluminando nuestras esbeltas sonrisas. Curioso relacionar el recuerdo con nuestros sueños. Cerramos los ojos, y volvemos a rememorar aquellos segundos que nos dejaron sin aliento. Volvemos a soñar con vivir esa sensación miles y miles de veces, como un beso bajo la Luna, como si no hubiese un mañana.  Y dejamos ir nuestras frustraciones actuales, solo por sentir otra vez esa sensación de armonía y paz que únicamente conseguimos en nuestros sueños al tumbarnos en un prado con amapolas, cuando nuestro príncipe o princesa ideal corre hacia nosotros. Quizá sea un soñador compulsivo, ¿verdad? 




Lo de príncipes y princesas tal vez lo debería dejar de lado, porque ya sabemos que son esas historias que ni siquiera los grandes soñadores son capaces de escribir. Ni Shakespeare fue capaz de unir en vida los corazones de Romeo y Julieta, como para relatar una novela de vivencias al lado de una doncella. El recuerdo trae esperanza, o trata de buscar esperanza en los indefensos corazones. Dejar ir nuestras frustraciones y creer en nosotros, eso busca el recuerdo. Aliviar nuestras penas y apartarlas a un lugar donde tengan el hueco nulo que merecen. Recordamos lo que fuimos y lo que hicimos para darnos cuenta solo así de nuestra única e inigualable grandeza, aquella que solo un mortal humano puede lograr. Ni siquiera la eternidad de las estrellas del firmamento son capaces de igualar las hazañas de un cuerpo valiente y una mente ingeniosa y enamorada. Dentro de todo hito debe haber algo de locura para lanzarnos a por ello. Y amor con locura siempre van de la mano, como las amapolas de ese precioso prado imaginario que son trasladadas por el cielo a través del manso viento que golpea con su brisa los campos. 

Para darnos cuenta de que hay amor en nosotros, debemos recordar lo que fue enamorarse. Todos hemos amado y nadie lo olvida, por mucho que diga. Puede que fuese un hipócrita alguna vez si afirmé dentro de mí que había olvidado amar, pero es algo que ningún alma puede desechar en las cenizas del olvido. Siempre existe un recuerdo que aniquile cualquier amago de rendición ante la ignorancia de las flechas de Cupido. Como cualquier hombre idiota, tan fácil es para nosotros olvidar y tan difícil recordar. A diferencia de las damas, ellas viven del maravilloso recuerdo. Es por ello, que jamás debemos dejar escapar una oportunidad de conquistar a nuestras reinas. Porque ellas poseen nuestro recuerdo, y eso vale infinitamente más que nosotros. Por tanto, podremos añorar lo que perdimos pero nunca jamás recuperarlo si no lo tratamos como merecía. Mientras no cambiemos nuestra forma de pensar, la mente y los sueños de una mujer valdrán infinitamente más que las utopías de los hombres. No valen los arrepentimientos en cada una de las oportunidades de la vida, solo vale intentarlo. Porque si intentamos hacer algo, podremos lograrlo o no, pero si no lo intentamos jamás lo lograremos. Y el recuerdo jamás será tan bello como la sonrisa de una princesa. 


Voy cerrando mis historias y mis recuerdos en esta tarde imborrable en mi mente y, paradojas de la vida, el poderío y la certeza del Sol ya ha dado paso a la ternura y sensibilidad de la Luna. ¿Quién es más bello de los dos? No lo sé, lo único que afirmo con certeza es que con ambos disfruto y ambos me hacen disfrutar de mis recuerdos. Benditos recuerdos, bendita forma de soñar lo que vivimos alguna vez. Sin duda, la mejor forma de sonreír. Y la mejor forma de volver a creer en nosotros, rememorando lo que alguna vez hicimos realidad. Y que todo sueño que vivimos una vez, se puede revivir otra vez. Y no, no necesariamente en nuestra mente alocada y ficticia. Todo por volver a sentir esa sensación de quedarnos sin aliento... otra vez.

PD: Desde el fondo de mi corazón como siempre, deseo que os hayáis identificado con la entrada, que os haya gustado y, principalmente, que os haya emocionado y hecho sonreír. Eso es lo esencial de estas líneas: sacaros una sonrisa ante todo, ante cualquier adversidad. Porque siempre tendremos el recuerdo para ver que fuimos, somos y seremos capaces de alcanzar y realizar cualquier hito que el mundo inmortal ponga a los miles de millones de seres terrenales que poblamos la Tierra. Antes de irme, os dejo la canción que más me ha inspirado para relatar estas líneas: "Lay It Down Slow" de Spiritualized. Disfrutad y sed felices. 






miércoles, 3 de abril de 2013

Olvido: Tan eterno y tan doloroso


Desde la última vez que escribí en este sincero y humilde blog, mi vida ha cambiado permanentemente. Tanto como el inestable cielo que tantas lágrimas ha derrochado durante esta Semana Santa. Paradojas de la vida, esta no ha sido una de mis épocas más felices por diversos aspectos. Uno de ellos, como para cualquier corazón indefenso, es el amor. Preferiría olvidar lo ocurrido durante estas semanas, porque nada salió como mi alocada mente quería que fuese. Los planes nunca salen bien, así que lo mejor sería borrar ese pasado que tanto me atormentó por una dichosa princesa de las millones que hay en el mundo. Curioso, que de los millones de sueños que nacen cada día, siempre se rompa el que más adoramos. Dejando de lado algunas de mis confesiones melancólicas sobre esa princesa que ahora ha encontrado un príncipe mejor y me ha dejado a mí sin trono, lo mejor sería olvidar todo. O eso es lo que creemos. Porque tan corto es el amor y tan largo es el olvido (decía Pablo Neruda) que no merece la pena borrar los errores y las pesadillas del pasado, las que amenazan con romper los grandes sueños del futuro. Olvidar es puro sufrimiento, pura señal de cobardía e impotencia ante una derrota. Hincar la rodilla en el suelo donde una vez tropezamos con nuestras cabezas en la realidad. Así es el olvido, tan eterno y tan doloroso.

Nadie sabe del porqué del olvido. No merece la pena buscar respuesta a ello, nuestras mentes tampoco tienen la vitalidad y el optimismo necesario para ello. Sin embargo, el olvido siempre está presente. En cada error, en cada experiencia con final infeliz... Siempre tratamos de obtener en el olvido la medicina con la que curar nuestras penas. Sin embargo, solo el tiempo es capaz de curar las tristezas de los humanos. O al menos, solo el tiempo ayuda a asumirlas y a saber llevarlas. No hay borracheras ni pastillas que puedan curar las heridas del pasado. El olvido trae consigo mismo el recuerdo del mal, y con ello mayor sufrimiento. Muchas veces tratamos de decirnos a nosotros mismos que hay que pasar página. Eso está bien, por supuesto. Pero nunca debemos olvidar el pasado, eso estará siempre presente. Es un capítulo más de nuestra vida que nada ni nadie puede borrar. Puede ser que las cosas no salieran bien o tal y como deseábamos, pero solo de errores y de malas experiencias se aprende. Olvido es venganza, nunca solución. Sin embargo, no es fácil asumir esta verdad absoluta y universal. El Amor no acepta de derrotas, y nunca pretende conocer la verdad de la misma. Amor y olvido siempre van de la mano, aunque sean polos opuestos. 


"El amor muere por el olvido" afirmó en su día Ramón Llull. Hubo un tiempo en el que olvidé lo que era amar, en el cual todo habían sido fracasos y fracasos permanentes. Todo eran corazones que cerraban con violencia sus puertas en mi cara. Hubo un tiempo en el que creía que amar era cosa de películas, que nada se asemejaba a la realidad. Que las princesas solo existían en cada animación de Disney y que los poetas con éxito solo eran personajes ficticios del pasado. Por suerte, me di cuenta que el éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin desesperarse y que cada uno tiene un papel determinado por la Mano que lo escribe todo en esta vida. Unas veces seremos los vencedores, y otras los vencidos. Otras veces seremos los coronados, y otras veces los destronados. El caso es saber interpretar cada uno de nuestros roles lo mejor posible, e ir dejando huella en cada página que escribimos en nuestra vida. Pero nunca olvidar lo que hicimos, nunca arrepentirnos de las decisiones que un día nuestra mente terrenal quiso tomar. Es muy fácil decir que nos equivocamos y que fallamos, pero cuando tomamos una decisión nadie sabe si todo saldrá bien o mal. Solo el tiempo nos dice si una decisión es acertada o fallida, pero nadie es vidente. Nadie conoce el destino prescrito, por tanto no debemos arrepentirnos de tomar una decisión que en su día creímos que sería lo mejor. Nadie es perfecto, siempre nos equivocamos. Por ello, lo único que podemos tacharnos es la cobardía. Al fin y al cabo, eso es el olvido.

Olvido es cobardía, olvido es impotencia, olvido es miedo a recordar nuestras lágrimas. Me gustaría ser como las mujeres, que viven del recuerdo. Los hombres, como bien afirmaba Thomas Stearns Eliot, viven del olvido. Ese es el resultado: miles de idiotas cobardes que siempre van detrás de una princesa imponente. Sin embargo, solo uno de esos idiotas es capaz de hacer sonreír a una princesa, paradojas de la vida, ¿verdad? Por tanto, olvidar a quien una vez nos hizo felices es puro egoísmo, pura envidia. Maldito ego que provoca odio y vergüenza. Por ello, olvido es odio, olvido es vergüenza, olvido es ego. Puro ego por no querer recordar con cariño a quien fue capaz de ser nuestro o nuestra sastre de sonrisas en uno de esos momentos que nos dejan sin aliento. A las personas se las juzga por sonrisas y no por momentos. Por tanto, jamás debemos olvidar a quien nos hizo felices. De hecho, jamás debemos olvidar. Ninguna historia tiene episodios eternamente felices, sino nada tendría interés e intriga. ¿A quién le interesa las novelas monótonas y perfectas? Es todo muy previsible y nadie lo va a recordar. Gusta lo innovador, lo diferente, lo característico y lo singular. Por tanto, reinventemos nuestras vidas y nunca sin olvidar nuestro pasado. Queramos o no, siempre influirá en nuestro presente y magnificará nuestros sueños del futuro.


PD: Deseo como siempre que estos párrafos os hayan hecho sentiros identificados con mis sentimientos y que estas humildes palabras que forman la entrada os hayan llamado la atención y ante todo, que os hayan gustado. En esta post-data final, quería hablar de la persona en la que me he basado para escribir esta entrada. Es una chica muy especial para mí, a la que quiero y he querido mucho y de la que, por suerte o por desgracia, estoy enamorado. No espero que lo lea, pero sí por lo menos me gustaría que quien lo leyera tuviese una gran identificación con lo que me ha ocurrido estas semanas. A veces la echo de menos, y he pensado en querer olvidarla. De ahí esta interesante y sincera reflexión. ¡¡¡Un abrazo amigos!!!