martes, 16 de abril de 2013

Recuerdo: Una bonita forma de sonreir


"Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces", afirmaba el poeta latino Marco Valerio Marcial. El Sol se va poniendo en mi ventana y hoy, en este blog tantas veces abandonado a mi suerte, me ha dado por recordar, por experimentar otra vez esos grandes momentos que me hicieron feliz. Quizá ahora esté más preocupado y frustrado que en esos tiempos pretéritos que fueron mejores, pero eso no significa que mi estado actual sea de profunda tristeza. Esos recuerdos del pasado, esas experiencias que las mujeres asimilan como forma de vida, son las que hoy me mantienen con confianza y alegría. Recuerdo que la vida es cuestión de risas y sonrío. Recuerdo que mis sueños todavía se mantienen firmes e impulso todavía más fuerte los latidos de mi corazón. Eso es vivir del recuerdo: una bonita forma de sonreír.

El recuerdo: el único paraíso del que nadie nos puede expulsar, afirmaba el alemán Jean Paul. Puede que no sintamos el amor en nuestras carnes de aquellas personas que desaparecieron  como estrellas fugaces de nuestro firmamento, pero su recuerdo es más poderoso que cualquiera de las cosas que forman el Universo. Nos sonreímos porque no hay nada más bonito que esa sensación de sentirnos por encima de todo y de todos, a pesar de ser humanos terrenales sin más. La belleza del recuerdo, que convierte una lágrima en un prisma que solo sirve para reflejar la luz del Sol que acabará iluminando nuestras esbeltas sonrisas. Curioso relacionar el recuerdo con nuestros sueños. Cerramos los ojos, y volvemos a rememorar aquellos segundos que nos dejaron sin aliento. Volvemos a soñar con vivir esa sensación miles y miles de veces, como un beso bajo la Luna, como si no hubiese un mañana.  Y dejamos ir nuestras frustraciones actuales, solo por sentir otra vez esa sensación de armonía y paz que únicamente conseguimos en nuestros sueños al tumbarnos en un prado con amapolas, cuando nuestro príncipe o princesa ideal corre hacia nosotros. Quizá sea un soñador compulsivo, ¿verdad? 




Lo de príncipes y princesas tal vez lo debería dejar de lado, porque ya sabemos que son esas historias que ni siquiera los grandes soñadores son capaces de escribir. Ni Shakespeare fue capaz de unir en vida los corazones de Romeo y Julieta, como para relatar una novela de vivencias al lado de una doncella. El recuerdo trae esperanza, o trata de buscar esperanza en los indefensos corazones. Dejar ir nuestras frustraciones y creer en nosotros, eso busca el recuerdo. Aliviar nuestras penas y apartarlas a un lugar donde tengan el hueco nulo que merecen. Recordamos lo que fuimos y lo que hicimos para darnos cuenta solo así de nuestra única e inigualable grandeza, aquella que solo un mortal humano puede lograr. Ni siquiera la eternidad de las estrellas del firmamento son capaces de igualar las hazañas de un cuerpo valiente y una mente ingeniosa y enamorada. Dentro de todo hito debe haber algo de locura para lanzarnos a por ello. Y amor con locura siempre van de la mano, como las amapolas de ese precioso prado imaginario que son trasladadas por el cielo a través del manso viento que golpea con su brisa los campos. 

Para darnos cuenta de que hay amor en nosotros, debemos recordar lo que fue enamorarse. Todos hemos amado y nadie lo olvida, por mucho que diga. Puede que fuese un hipócrita alguna vez si afirmé dentro de mí que había olvidado amar, pero es algo que ningún alma puede desechar en las cenizas del olvido. Siempre existe un recuerdo que aniquile cualquier amago de rendición ante la ignorancia de las flechas de Cupido. Como cualquier hombre idiota, tan fácil es para nosotros olvidar y tan difícil recordar. A diferencia de las damas, ellas viven del maravilloso recuerdo. Es por ello, que jamás debemos dejar escapar una oportunidad de conquistar a nuestras reinas. Porque ellas poseen nuestro recuerdo, y eso vale infinitamente más que nosotros. Por tanto, podremos añorar lo que perdimos pero nunca jamás recuperarlo si no lo tratamos como merecía. Mientras no cambiemos nuestra forma de pensar, la mente y los sueños de una mujer valdrán infinitamente más que las utopías de los hombres. No valen los arrepentimientos en cada una de las oportunidades de la vida, solo vale intentarlo. Porque si intentamos hacer algo, podremos lograrlo o no, pero si no lo intentamos jamás lo lograremos. Y el recuerdo jamás será tan bello como la sonrisa de una princesa. 


Voy cerrando mis historias y mis recuerdos en esta tarde imborrable en mi mente y, paradojas de la vida, el poderío y la certeza del Sol ya ha dado paso a la ternura y sensibilidad de la Luna. ¿Quién es más bello de los dos? No lo sé, lo único que afirmo con certeza es que con ambos disfruto y ambos me hacen disfrutar de mis recuerdos. Benditos recuerdos, bendita forma de soñar lo que vivimos alguna vez. Sin duda, la mejor forma de sonreír. Y la mejor forma de volver a creer en nosotros, rememorando lo que alguna vez hicimos realidad. Y que todo sueño que vivimos una vez, se puede revivir otra vez. Y no, no necesariamente en nuestra mente alocada y ficticia. Todo por volver a sentir esa sensación de quedarnos sin aliento... otra vez.

PD: Desde el fondo de mi corazón como siempre, deseo que os hayáis identificado con la entrada, que os haya gustado y, principalmente, que os haya emocionado y hecho sonreír. Eso es lo esencial de estas líneas: sacaros una sonrisa ante todo, ante cualquier adversidad. Porque siempre tendremos el recuerdo para ver que fuimos, somos y seremos capaces de alcanzar y realizar cualquier hito que el mundo inmortal ponga a los miles de millones de seres terrenales que poblamos la Tierra. Antes de irme, os dejo la canción que más me ha inspirado para relatar estas líneas: "Lay It Down Slow" de Spiritualized. Disfrutad y sed felices. 






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