miércoles, 3 de abril de 2013

Olvido: Tan eterno y tan doloroso


Desde la última vez que escribí en este sincero y humilde blog, mi vida ha cambiado permanentemente. Tanto como el inestable cielo que tantas lágrimas ha derrochado durante esta Semana Santa. Paradojas de la vida, esta no ha sido una de mis épocas más felices por diversos aspectos. Uno de ellos, como para cualquier corazón indefenso, es el amor. Preferiría olvidar lo ocurrido durante estas semanas, porque nada salió como mi alocada mente quería que fuese. Los planes nunca salen bien, así que lo mejor sería borrar ese pasado que tanto me atormentó por una dichosa princesa de las millones que hay en el mundo. Curioso, que de los millones de sueños que nacen cada día, siempre se rompa el que más adoramos. Dejando de lado algunas de mis confesiones melancólicas sobre esa princesa que ahora ha encontrado un príncipe mejor y me ha dejado a mí sin trono, lo mejor sería olvidar todo. O eso es lo que creemos. Porque tan corto es el amor y tan largo es el olvido (decía Pablo Neruda) que no merece la pena borrar los errores y las pesadillas del pasado, las que amenazan con romper los grandes sueños del futuro. Olvidar es puro sufrimiento, pura señal de cobardía e impotencia ante una derrota. Hincar la rodilla en el suelo donde una vez tropezamos con nuestras cabezas en la realidad. Así es el olvido, tan eterno y tan doloroso.

Nadie sabe del porqué del olvido. No merece la pena buscar respuesta a ello, nuestras mentes tampoco tienen la vitalidad y el optimismo necesario para ello. Sin embargo, el olvido siempre está presente. En cada error, en cada experiencia con final infeliz... Siempre tratamos de obtener en el olvido la medicina con la que curar nuestras penas. Sin embargo, solo el tiempo es capaz de curar las tristezas de los humanos. O al menos, solo el tiempo ayuda a asumirlas y a saber llevarlas. No hay borracheras ni pastillas que puedan curar las heridas del pasado. El olvido trae consigo mismo el recuerdo del mal, y con ello mayor sufrimiento. Muchas veces tratamos de decirnos a nosotros mismos que hay que pasar página. Eso está bien, por supuesto. Pero nunca debemos olvidar el pasado, eso estará siempre presente. Es un capítulo más de nuestra vida que nada ni nadie puede borrar. Puede ser que las cosas no salieran bien o tal y como deseábamos, pero solo de errores y de malas experiencias se aprende. Olvido es venganza, nunca solución. Sin embargo, no es fácil asumir esta verdad absoluta y universal. El Amor no acepta de derrotas, y nunca pretende conocer la verdad de la misma. Amor y olvido siempre van de la mano, aunque sean polos opuestos. 


"El amor muere por el olvido" afirmó en su día Ramón Llull. Hubo un tiempo en el que olvidé lo que era amar, en el cual todo habían sido fracasos y fracasos permanentes. Todo eran corazones que cerraban con violencia sus puertas en mi cara. Hubo un tiempo en el que creía que amar era cosa de películas, que nada se asemejaba a la realidad. Que las princesas solo existían en cada animación de Disney y que los poetas con éxito solo eran personajes ficticios del pasado. Por suerte, me di cuenta que el éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin desesperarse y que cada uno tiene un papel determinado por la Mano que lo escribe todo en esta vida. Unas veces seremos los vencedores, y otras los vencidos. Otras veces seremos los coronados, y otras veces los destronados. El caso es saber interpretar cada uno de nuestros roles lo mejor posible, e ir dejando huella en cada página que escribimos en nuestra vida. Pero nunca olvidar lo que hicimos, nunca arrepentirnos de las decisiones que un día nuestra mente terrenal quiso tomar. Es muy fácil decir que nos equivocamos y que fallamos, pero cuando tomamos una decisión nadie sabe si todo saldrá bien o mal. Solo el tiempo nos dice si una decisión es acertada o fallida, pero nadie es vidente. Nadie conoce el destino prescrito, por tanto no debemos arrepentirnos de tomar una decisión que en su día creímos que sería lo mejor. Nadie es perfecto, siempre nos equivocamos. Por ello, lo único que podemos tacharnos es la cobardía. Al fin y al cabo, eso es el olvido.

Olvido es cobardía, olvido es impotencia, olvido es miedo a recordar nuestras lágrimas. Me gustaría ser como las mujeres, que viven del recuerdo. Los hombres, como bien afirmaba Thomas Stearns Eliot, viven del olvido. Ese es el resultado: miles de idiotas cobardes que siempre van detrás de una princesa imponente. Sin embargo, solo uno de esos idiotas es capaz de hacer sonreír a una princesa, paradojas de la vida, ¿verdad? Por tanto, olvidar a quien una vez nos hizo felices es puro egoísmo, pura envidia. Maldito ego que provoca odio y vergüenza. Por ello, olvido es odio, olvido es vergüenza, olvido es ego. Puro ego por no querer recordar con cariño a quien fue capaz de ser nuestro o nuestra sastre de sonrisas en uno de esos momentos que nos dejan sin aliento. A las personas se las juzga por sonrisas y no por momentos. Por tanto, jamás debemos olvidar a quien nos hizo felices. De hecho, jamás debemos olvidar. Ninguna historia tiene episodios eternamente felices, sino nada tendría interés e intriga. ¿A quién le interesa las novelas monótonas y perfectas? Es todo muy previsible y nadie lo va a recordar. Gusta lo innovador, lo diferente, lo característico y lo singular. Por tanto, reinventemos nuestras vidas y nunca sin olvidar nuestro pasado. Queramos o no, siempre influirá en nuestro presente y magnificará nuestros sueños del futuro.


PD: Deseo como siempre que estos párrafos os hayan hecho sentiros identificados con mis sentimientos y que estas humildes palabras que forman la entrada os hayan llamado la atención y ante todo, que os hayan gustado. En esta post-data final, quería hablar de la persona en la que me he basado para escribir esta entrada. Es una chica muy especial para mí, a la que quiero y he querido mucho y de la que, por suerte o por desgracia, estoy enamorado. No espero que lo lea, pero sí por lo menos me gustaría que quien lo leyera tuviese una gran identificación con lo que me ha ocurrido estas semanas. A veces la echo de menos, y he pensado en querer olvidarla. De ahí esta interesante y sincera reflexión. ¡¡¡Un abrazo amigos!!!






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