sábado, 23 de febrero de 2013

La Alquimia y el Lenguaje Universal

 
 
Muchas veces nos hemos preguntado de donde vienen esas señales de la vida que nos producen tantas y tantas inquietudes, tantos y tantos sentimientos, tantas y tantas pasiones. Siempre ha sido un tema donde me ha gustado reflexionar, aunque nunca realmente había tenido conocimientos sobre ello. Estos días, tras emplear mi valioso tiempo en leer El Alquimista de Paulo Coelho, me he dado cuenta de que no se necesita ser un prodigio intelectual para conocer el lenguaje misterioso de la vida. La Alquimia, una ciencia desconocida para algunos y olvidada por otros, pero que recoge entre sus secretos los grandes conocimientos sobre las señales que nos guían hacia nuestra Historia Personal. Sin embargo, cualquiera tiene poder de Alquimista, si se propone llegar hasta el fondo de su compleja Historia Personal. Y es que cuando se quiere algo, todo el universo conspira para que realices tu deseo. Con esta reflexión inicial solo quería homenajear brevemente al autor de esta maravillosa obra, estudiante de 10 años de la Alquimia y sin duda uno de mis escritores preferidos. Un sueño y un placer poder leer cualquier obra de Paulo Coelho, al que va dedicada esta humilde entrada.
 
Imposible no empezar a hablar en estas líneas de los sueños. Objetivos irreales ante los ojos de una cuerda mente terrenal, pero tan posibles en los indefensos corazones de los mortales. Por muy imposible que parezca, todo sueño es real. Todo sueño repetido nos indica la Historia Personal que debemos escribir. Bueno, mejor dicho, que debemos interpretar. Nuestra historia está escrita por la misma Mano, pero solo unos pocos sabemos interpretarla. Ese es el privilegiado lenguaje de la vida. Lenguaje Universal lo llaman, el que no requiere de palabras para ser interpretado. Un simple rayo de Sol, el vuelo de las aves, el movimiento del viento... Cualquier señal puede darnos el camino hacia nuestro objetivo que un día nació de nuestras almas eternas. La Alquimia, esa ciencia tan antigua como el Sol, es capaz de interpretar todo aquello que a nosotros nos parece tan simple y normal. Y es que cuando tenemos los grandes tesoros cerca de nosotros, nunca los reconocemos. Maldita soberbia la nuestra, que creemos saberlo todo cuando no conocemos absolutamente nada de lo que nos rodea. Es tan grande el Universo, tan inalterable e inmortal, que muchas veces me siento inútil y frágil ante el poder espiritual de nuestro alrededor.
 
 
Confieso que de solo leerme me paralizo al ver la locura que podemos llegar a tener los seres más reflexivos que existen en este enorme Universo. Pero, ¿acaso los sueños no son locuras? ¿acaso los sueños son normales? No, pero son la esencia de nuestra vida. Todos tienen un camino complejo por seguir. Algunos duran años, otros duran toda una vida y otros no los cumplimos por miedo a fracasar en el intento o por ser peores de lo que nosotros un día imaginamos. Se quedan en simples sueños. Pero creerme, que como afirmó el mismo Paulo Coelho, "solo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar". Puede haber millones de dificultades y de señales, que todas tendrán un motivo. No se trata de buscarles una respuesta, sino de superarlas y seguirlas. Cualquier tiempo presente empleado en responder preguntas eternas del pasado, desperdiciará los sueños del futuro. Así que todo queda por seguir hacia delante en el camino de la vida. Por las aguas revueltas del mar o por las áridas tierras del desierto, da igual cual sea la dificultad. Recordando siempre que "cuando quieres algo, todo el universo conspira para que realices tu deseo".
 
 
 
Aunque en nuestro camino hacia el fin de nuestra Historia Personal, siempre habrá capítulos que nos marquen el devenir de nuestra obra. Personas que se cruzan de manera inexplicable en nuestros caminos, que parecían más solitarios que las aguas del Mar Muerto por la noche. Nada más lejos de la realidad, son cosas del destino. Señales de la vida y parte del Lenguaje Universal, como lo llaman los Alquimistas. Imposible no cruzarse con esa persona que nos guiará hasta el fin de nuestros sueños, como hizo Santiago con el célebre Alquimista. Aunque más imposible es no cruzar nuestras miradas con los ojos de la mayor doncella que el Sol haya visto jamás. El Amor siempre está presente en cada una de nuestras Historias Personales. En ocasiones, estas historias son puramente dicho amor. ¿Qué importan nuestros sueños si tenemos a la mayor princesa del mundo? Solamente pasando diez minutos con el amor de nuestra vida, estamos miles de horas pensando en ella. ¿Hay mayor tesoro que el beso de una doncella? Probablemente no. Pero no es el Amor quien nos impide seguir hasta el objetivo que un día soñamos, sino el miedo a sufrir sin él. Y es que es peor el miedo a sufrir que el propio sufrimiento. Pero todo gran Amor puede esperar, y toda gran doncella está dispuesta a rezar por su príncipe. Cosas del destino y señales de la vida que no nos pueden impedir parar.
 
 
 
Todo tiene un porvenir, y toda gran historia tiene un final, dicen los grandes escritores. Dicen que todas las personas tienen un mismo final, eso es mentira. Solo morimos una vez y debemos hacerlo con elegancia y dignidad. Pero antes de todo eso, debemos haber vivido todo lo que nuestro humilde corazón nos haya pedido. Cuando no haya más objetivos que cumplir, este se parará y no nos hará sufrir. Pero nunca nos dejará ir a los altares del cielo indignamente si le damos todo lo que necesita. No es fácil escuchar a nuestro corazón, pero si saber lo que nos pide: Vivir con orgullo y humildad, luchando por cualquier sueño que tengamos. Porque toda persona muere, pero no toda persona vive realmente. Vivir no es pasar como un testigo viendo como otros triunfan, sino triunfar pasando ante otros viendo de testigos, dejando una huella imborrable con nuestra ausencia. Así se llega al final de nuestra Historia Personal, donde tras mucho sufrimiento, tras muchos fracasos, nos damos cuenta que todo está en el inicio. El valor de lograr lo que nos proponemos está en el origen del mismo objetivo. Y lloramos. Lloramos de emoción, lloramos por pasión, lloramos por rendición. Lloramos al sentirnos tan indefensos, al sentir que nuestro cuerpo se queda arrodillado y frío ante los grandes retos de la vida. Solo podemos sonreirnos mientras lloramos. Entonces recordamos que hay alguien esperándonos mientras las aves vuelan y el Sol se marcha. Ese alguien es nuestra princesa, a quien nos deberemos el resto de nuestras vidas. Así son las señales de la vida, así es el Lenguaje Universal y así es la ciencia de la Alquimia: lo que nos demuestra que lo imposible siempre se puede hacer real.
 
 
PD: Como siempre al finalizar cada entrada, hago una reflexión final esperando que os haya gustado y que la comenteis. Como afirmé al principio de estas líneas a las que he empleado mi tiempo, quiero dedicarle estos párrafos a mi escritor preferido, el que me ha hecho ver otro ámbito de la vida de manera diferente, Paulo Coelho. Un tipo admirable, con numerosos galardones y grandiosas experiencias dignas de mención, y al que solo se le puede dar las gracias por ser mi referente en esto de la escritura. Seguro que miles de millones de personas piensan como yo. Va por ti, Paulo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

jueves, 14 de febrero de 2013

Amor: mucho más allá de lo material

 
 
Noche del 14 de febrero. Hoy es el Día de San Valentín, para algunos el Día de los Enamorados. Preciosa tradición la de rememorar los millones de amores que hay en este mundo, preciosa la tradición de mantener los detalles entre las parejas. Evidentemente, no hay otro tema del que hoy pueda dedicarme a hablar. Esa pasión entre dos corazones débiles y tiernos, unidos por dos fríos y sensibles cuerpos necesitados de cariño el uno del otro. Eso es el verdadero amor, algo que va más allá de lo material. Las grandes cosas de esta vida no tienen precio. Como siempre digo, no porque no valgan nada, sino porque su precio es incalculable que una simple cifra no los puede determninar. ¿Qué es el amor ante cualquier regalo? ¿Qué es un beso ante cualquier camiseta, reloj o peluche que te regala tu pareja en este día? Yo siempre he defendido el hecho de ser detallista con tu pareja, pero creo que es más importante si cabe ser impredecible. Sí, esa cualidad que nos hace ilusionarnos cada día de nuestras vidas por saber cómo y cuándo recibiremos un regalito de nuestro príncipe maravilloso. Esa cualidad que nos hace reinventarnos, adaptarnos a cualquiera de las situaciones para volver a triunfar. Con esta entrada quiero destacar la grandeza del amor, que está por encima de cualquier regalo. Espero que os guste.
 
 
Amor, tantas y tantas veces lo hemos definido ya y tan pocas veces queda claro su concepto. Es tan abstracto, tan sentimental, que vivirlo te da la esencia de esta maravillosa palabra. Amor es pasión, amor son recuerdos, amor es sufrimiento, amor es alegría, amor es incertidumbre... Amor es vida. Podemos tener todo que sin amor seremos seres hundidos en la miseria. Nada como sentirse querido para mirar la maravillosa noche de hoy sonrientes. Miro al pasado y recuerdo todos esos besos de amor, esos labios de fresa que rozaban mi boca. Recuerdo esos momentos en los que uno se enamoraba con una mirada, amor a primera vista lo llaman. Esos ojos tan dulces y penetrantes que clavaban tu mirada en ti con una sonrisa, ese intercambio de tímidas palabras, esas divertidas conversaciones en las que uno no sabía que decir... Qué tiempos tan bellos cuando me levantaba de la cama y lo primero que quería era escribir en mi ventana mojada ¡Bueno Días Princesa! Inevitable escapar una lágrima de mi cara, que a veces añora esa locura amorosa de los adolescentes, esas preciosas notas que uno guarda y que siempre lee al sentirse solitario y entristecido.
 
 
 
Bendita locura el amor, que nace de sueños y vive de recuerdos. Sueños alucinógenos para cualquier mente cuerda, siempre tan improbables en la cruda realidad y tan posibles en la ficción del alma. Almas eternas que sueñan con un príncipe o princesa perfecta por la que darían la vida, por la que matarían. Nadie es perfecto direis. Pero lo bueno de la perfección, es que no es perfecta. ¿Quién quiere un amor sin retos ni desafíos que afrontar? Amor es unirse cuando uno más lo necesita, cuando la cruel vida golpea a un miembro de la pareja con maldad. Temibles demonios que pretenden romper lo inexpugnable. ¿Qué tendrá el amor de infatigable, que cualquier famoso escritor lo considera el motor de la vida? ¿Cuál será su recompensa cuando todos lo desean? Amor lo puede todo. Esas caricias en la suave piel de nuestra reina, esos mimitos, esos insultos cariñosos (fea, gordita...) curan cualquier mal. La mejor medicina, la mejor recompensa, el mejor regalo. Eso es el amor. Ni los más crueles dictadores podrían ocultar su debilidad bajo un corazón entristecido. ¿Qué vergüenzas pueden ocultar las armas y el dinero si eres un pobre hombre solitario y odiado por todos? ¿Qué tristezas puede ocultar un abrigo de cuero sobre un triste cuerpo mojado por la lluvia?
 
 
 
El amor es el as de la vida, nuestra gran baza. ¿Qué es del temible Joker teniendo delante la gran carta de Cupido? Todos ocupamos la mayoría de nuestro tiempo en conquistar corazones y cómo hacerlo. No es fácil amar bien, tampoco ser amado. Ni siquiera los grandes filósofos ni los mejores músicos encontraron la fórmula perfecta para gustar. Realmente, el amor no entiende de ecuaciones perfectas, ni de operaciones exactas. Ni siquiera de físicos esbeltos, por muy superficiales que nos creamos. Siempre hay algo que brilla más que el Sol, y no es una cara bonita. Es algo esencial en cualquier persona, un sentimiento que nos hace levantarnos día a día con la ilusión de soñar y de amar. Nadie puede comprar estos sentimientos más poderosos que cualquier cañón del ejército americano. Nada es más fuerte que el amor, porque nada puede a la mente. Y la mente, la controla nuestra pasión, nuestros impulsos amorosos que nos hacen creer en lo imposible e intentar las utopías. Mientras este espíritu exista, los humanos seguiremos siendo humanos y el amor seguirá siendo el amor, inmortal como el tiempo. ¿Cuál es este espíritu? Mejor no buscar respuestas, porque si empleamos el presente en buscar soluciones del pasado, perderemos nuestro futuro.
 
 
 
PD: Con todos estos párrafos que he escrito y que espero que os hayan gustado, solo quiero haceros reflexionar sobre una gran cuestión: ¿Realmente merece la pena cualquier regalo mientras esté el amor por delante? Es tan poderoso y maravilloso este sentimiento, que no merece la pena ni emplear tiempo en meter al dinero de por medio. Disfrutemos las pasiones sin precio, porque solo de esa manera sentiremos realmente la esencia de la vida. Espero que os hayais sentido identificados con estas palabras. ¡¡¡Feliz Día de los Enamorados a todas las parejas y seguir siendo felices!!!
 
 
 
 


lunes, 11 de febrero de 2013

Música: El bello y difícil arte de emocionar

 
 
Música, esas dulces melodías que retumban en nuestros tímpanos con un aroma de serenidad y sensibilidad. Tan tristes bajo la lluvia del otoño y tan alegres bajo las flores de primavera. Música, esos sonidos ordenados cronológicamente en el tiempo inmortal que nos cambian el estado de ánimo al escucharlos una y otra vez, con la sensación de ser verdad todo lo que esos sonidos reproducen en el aire. La música habla y expresa una pasión, un sentimiento único entre cada uno de los indefensos corazones. En esta extraña mañana grisacea de invierno, calmada tras la lluvia torrencial de anoche, me dispondré a hablar de este peculiar arte, único por su producto y abstracto por su materia. Espero que os guste.
 
 
Música, arte de las musas lo llamaban los antiguos griegos. ¿Hay algo más bello que la mirada penetrante de cualquier musa? ¿Hay algo más memorable que el beso de alguna de estas princesas? Los sabios helenos tenían la respuesta: nada es más bello que una musa. Perfecciones imperfectas creadas por los inmortales dioses del Olimpo en la eternidad. Hay tantas y tantas virtudes que descubrir en una musa, que de ahí tuvo su origen un arte inigualable entre las artes: la música. La madre del mundo artístico, la que más emociones transmite. Ese ámbito de la vida comparable al universo: crees que lo sabes todo sobre ella, pero al día siguiente te das cuenta que lo que sabías era una millonésima parte de todo lo que la música abarca. Fue sentarme en mi piano e imaginar, como Lennon hizo en su día, la cantidad de melodías que podría tocar con este bello instrumento. Fue sentarme en mi piano y recordar, por primera vez en mucho tiempo, cómo podía enamorar a una musa. Porque si la música es el arte de las musas, es porque recordamos a nuestra musa perfecta cada vez que escuchamos una tierna melodía producida por la sabiduría del hombre.
 
 
 
Música y amor, inevitable relacionarlos. Cómo escuchar el segundo movimiento de El Invierno de Antonio Vivaldi y no pensar en las gotas de lluvia golpeando en mi ventana. Bendita ventana la mía, siempre sumergida en un mar de recuerdos e imaginaciones incomprensibles para cualquier mente cuerda y sensata. Imagino ese momento famoso en cualquier gran película, donde un hombre solitario y melancólico ahoga sus penas en el interior de su abrigo empapado por la lluvia torrencial caída por esas calles perdidas que él pisa. Un momento imborrable para mi mente, en el cual solo puedo recordar mis desengaños mientras la música vuelve a mi cabeza. No es una melodía alegre de Mozart la que recuerda mi mente en ese momento, sino una triste composición del melancólico Chopin. Música, siempre música. Obsesiva para todo ser terrenal, que no puede evitar relacionar las armónicas melodías de un artista con su estado emocional.
 
 
 
Música, compañera de tristezas en cualquier ser humano. Encerrarse en uno mismo y poner un disco de vinilo de Eric Clapton en tu solitaria habitación mientras observas como la lluvia que salpicó tu cara minutos antes sigue golpeando con fuerza tu mojada ventana. Inevitable no deslizar alguna lágrima por nuestra mejilla, echando de menos ese "te quiero" de nuestra musa. Son momentos tristes, pero muy emotivos para cualquiera. Aún cuando han pasado esos tiempos de melancolía, uno no puede evitar seguir derramando lágrimas al recordar esos tiempos. Todo por la música, bendita sea su locura. O mejor dicho, bendita sea la locura que nos produce. No todo es hundirse bajo las penas, porque ¿quién no recuerda a Gene Kelly bailando feliz con su paraguas en Cantando bajo la lluvia? Música no es melancolía, música es cambiar el ánimo de alguien o ratificarlo. Música es el bello y difícil arte de emocionar, y sin emociones jamás habrá música. Y sin mortales que la escenifiquen, tampoco. Música es expresión, es algo especial, único y diferente. Va más allá de cuatro pentagramas con veinte notas y ocho compases. Eso no vale nada si un violín o un piano que los interprete no transmite sentimientos.

 
 
He de decir que como experiencia personal, jamás entendí el valor de la música hasta este año. Nunca tuve la oportunidad de disfrutar este bello arte hasta este año, en el que realmente estoy reconociendo la verdadera belleza del arte de las musas. No creo que me acabe dedicando a esto pero animaría a cualquiera a intentar sentir por dentro este abstracto mundillo, admirable en todos sus aspectos, aunque tan difícil de entender como otros tantos ámbitos de la vida. Y es que una vida con respuestas, no tendría preguntas que resolver ni un sentido determinado de las cosas. Así que como reseña final por mi parte, os animo a intentar probar una experiencia en este arte especial llamado música.
 
PD: Como siempre os digo, espero que os hayan gustado estos párrafos a los que he dedicado parte del siempre valioso tiempo. Os agradezco que leais y comenteis mis palabras de la manera que lo haceis. Para mí es siempre un placer escribir siempre que vosotros renoveis mi ilusión de la manera que lo haceis. Muchas gracias y un saludo por mi parte, ser felices.
 
 
 
 
 
 

miércoles, 6 de febrero de 2013

El cáncer: la más dolorosa de todas las batallas



El pasado martes fue 4 de febrero de 2013. No era un día cualquiera, era el día en el que se recordaba a los héroes. Sensibilizado por esta enfermedad, se me ocurrieron grandes ideas que escribir en homenaje a aquellas personas que reciben su reconocimiento en el Día Mundial contra el cáncer. Maldita sea esta dichosa enfermedad que no merece ni llevar el nombre de un signo del zodiaco por el enorme daño que causa. No es la más sangrienta, pero si la más dolorosa de todas las batallas: la lucha contra el cáncer. Algún día acabaremos con él, pero por entonces serán muchas las víctimas arrasadas por esta lacra. Por ello, el día de ayer y esta humilde entrada van para esos héroes que miran al Sol cada día sonrientes a pesar de ver el Calvario encima de sus frágiles cuerpos.
 
Conviene que al empezar a escribir estos párrafos olvide todo lo que pueda considerar como un problema para mí. Conviene que reflexione y me avergüence de mí mismo y de todas las veces que habré dicho "no puedo hacer esto, es imposible". Conviene que mire a mi alrededor y piense en todas esas personas que se consideran desdichadas por no tener un chico chulesco y guaperas con quien liarse o una chica esbelta con quien morrearse. En el fondo, ellos también me avergüenzan. Todos somos iguales al fin y al cabo. Somos simples y miramos por nuestros bienes materiales, descuidando a esas personas que merecen ser llamadas héroes (las que luchan contra el cáncer). Son héroes porque a pesar de su negro porvenir deslumbran a la noche con sus sonrisas. Son héroes porque hasta en los últimos alientos de sus desdichadas vidas muestran un atisbo de esperanza por mínimo que sea. Recuerdo que sólo los buenos mueren jóvenes (como bien decía una canción de Queen tras la muerte del legendario vocalista Freddie Mercury) y pienso en los héroes que un día sufrieron el cáncer. Lucharon y lucharon, pero algunos murieron en el intento. Como cualquier guerrero que honró a su patria en cualquiera de los lugares de este mundo.
 
 
 
Sufrimiento, esa sensación que debilita cualquier apariencia física de un mortal. Esa situación de dolor, de impotencia y de rabia. Sentirte inferior a algo que te supera y que te tortura cada vez que tus ojos se abren para contemplar el "regalo" de la vida. Nadie elije el sufrimiento, pero algunos están destinados de por vida a padecerlo. Con o sin ayuda, solos o en conjunto, pero el dolor permanece. Cáncer es sufrimiento. Dichosa tortura que ningún ser terrenal merece padecer en sus carnes. Puro dolor y pura debilidad. Un monstruo sin control y con ánimo de hacer sufrir. Así es esta enfermedad. Pero, curiosamente, Goliat no pudo con todos. Existen muchas personas en este mundo como David, mucha gente que con optimismo, con capacidad de sacrificio y con amor propio han tumbado a la bestia que tenían en medio. Existen muchas leyendas, muchos grandes hitos en la historia de los humanos que pueden ser caracterizados como utopías, pero que en ocasiones merecen catalogarse como realistas. Como en la mitología griega, cuando Edipo derrocó a la temible Esfinge, el secreto del éxito ante esta enfermedad está en la mente.
 
 
 
Bendita sea nuestra mente, tan alocada y tan cuerda, tan beneficiosa como perjudicial, tan sabia como inexperta... Resulta admirable la capacidad que tenemos seres tan indefensos como los humanos para sentir, para reflexionar, para pensar. Somos tan increíbles que ni nos valoramos a nosotros mismos. No somos conscientes del poder que tenemos en nuestras cabezas, tan letal como cualquier picadura de la mamba negra. La fuerza no proviene de la capacidad física, sino de una voluntad indomable, decía un sabio dicho. Nada más lejos de la realidad, nuestra voluntad y fé mueve montañas. Y ningún cáncer llega al cielo, ninguno roza las más altas divinidades. Nuestras mentes sí pueden lograrlo. ¿Es por ello el cáncer mayor que nuestra propia fuerza? La respuesta es jamás. Jamás una mente terrenal será inferior a una enorme lacra por dura que sea. Y jamás lo será porque nuestros subconscientes son tan fuertes que ni la solidez de las pirámides de Egipto podrían superarlos.
 
 
Nadie cree en esta verdad universal, pero la mente lo puede todo. De la mente nace la fé, de la fé el optimismo, y del optimismo nace una sonrisa. Y en una gran sonrisa siempre hay esperanza. Esperanza son sueños, son objetivos que hasta la mitología griega parecerían utopías. Pero ahí está nuestra locura, la base de los sueños y de la vida, que nos dice que lo único imposible es lo que no podemos intentar. Ver en cada calamidad una oportunidad en vez de una calamidad en cada oportunidad solo pueden hacerlo los héroes. Y creerme que quien lucha contra el cáncer solo ve oportunidades entre los mares de lágrimas de la soledad y la debilidad. Al fin y al cabo, la vida es un reto y solo las misiones más difíciles de superar dan una mayor motivación a quien las enfrenta. El cáncer es una misión. Difícil sí, pero nunca será imposible. Tal y como comencé el texto, me reafirmo en lo que afirmé: no hemos vencido al cáncer, pero lo conseguiremos. Entonces y solo entonces, será el momento de recordar a quienes se fueron. Ahora solo toca seguir luchando por ellos (los que se fueron) y los que siguen sufriendo esta enfermedad.
 
 
 
PD: Solo pido, en esta humilde reflexíon final, que no se descuide la lucha contra el cáncer. A pesar de todos los recortes que se hagan, a pesar de todos los problemas económicos que existan, invertir en investigar cómo curar esta enfermedad salva millones de vidas. Y eso no tiene ningún precio ni ningún billete de 500€ que lo pague. Solo me queda recordar y dar ánimos a toda esa gente que sigue padeciendo y enfrentándose a esta lacra enorme de nuestra sociedad. Quiero dedicárselo a ellos y en especial, a la hermana de una amiga de mi madre, que sufrió lo indecible para acabar subiendo a los altares eternos del cielo. Donde quiera que estés, descansa en paz. 
 
 
 
 

domingo, 3 de febrero de 2013

Febrero con F de Felicidad

 
Hace un par de días que comenzó el mes de febrero, el más corto del año. Lo más breve suele ser lo más intenso, lo más dinámico y lo más bueno. Ningún gran momento es tan duradero como los días de tristeza y de lágrimas constantes. La melancolía y frialdad de meses como diciembre o enero contrasta con el dinamismo de este mes especial, el del carnaval y sobre todo, el de San Valentín. Aunque eso ya es otra historia. Dejemos nuestras bocas sin aliento porque en la vida merecen la pena solo esos momentos en los que debemos contener nuestra respiración por la alegría que sentimos. Olvidemos el pasado y comencemos este mes con una deslumbrante sonrisa en la cara, porque Febrero contiene la mágica F de Felicidad.
 
La felicidad, ese estado de ánimo que siempre buscamos y que siempre está ahí, aunque pocas veces lo encontremos entre nuestros corazones. Ser feliz es la base de una vida ya de por sí demasiado complicada y melancólica para seres tan indefensos como nosotros. ¿Realmente disfrutamos de la felicidad? Ese es el secreto de cualquier terrenal, de cualquier persona que habita en este maravilloso lugar que es la Tierra. No disfrutamos de los momentos que vivimos con nuestros seres queridos, hasta que se convierten en recuerdos.  Pocas veces he visto a las personas de mi alrededor decirme a la cara "Estoy feliz". Puedo notar que tengo personas felices a mi alrededor, pero ninguna me lo dicen. ¿Por qué solo contamos nuestras penas? ¿Acaso está prohibido gritar al mundo entero que eres feliz? Entiendo que la gente necesite ayuda en sus momentos de soledad, pero también merece compartir su alegría con el resto. Y es que uno solo es realmente feliz cuando el resto también lo es.
 
Cualquier corazón pensará que la felicidad está en un amor correspondido, en lograr cualquier elemento material que se compre con dinero... Pero si hay algo que hace feliz a la gente es ver a alguien sonreír y saber que el motivo de su risa eres tú. ¿Hay algo mejor que eso? Sastres de sonrisas se denominan algunos en esta vida. Quien crea sonrisas no es capaz de presumir por haberlas sacado, sino de disfrutar por haberlas logrado. Las disfruta en silencio, en su bondadosa mente que le saca una indirecta sonrisa en su cara por haber logrado lo que un día se propuso. "No vivas para que tu presencia se note sino para que tu ausencia se sienta" decía Bob Marley. Nada más lejos de la realidad, los grandes héroes son silenciosos en sus penas pero bondadosos a la hora de compartir sus alegrías. Hacer sonreír un corazón triste cuando el tuyo está rompiendo a llorar es un don que pocos pueden llevarlo dentro. Ojalá algún día pueda sentir ese don dentro de mí, aunque nunca dude en no presumir de ello.
 
 
 
Sufrir en silencio, todos lo hemos hecho alguna vez. Ese típico "No me pasa nada" que todos hemos comentado a nuestros amigos cuando se nos veía solitarios era por pura generosidad. A nadie le gusta preocupar a las personas que realmente ama. Todos tenemos secretos que contamos a las personas de confianza, pero los grandes secretos y los grandes sueños solo los sabe uno mismo. Nadie cuenta su gran secreto, y creerme que esto es la pura verdad. Ahora lo pensais y os dais cuenta de que es de las pocas verdades absolutas de todo ser humano. Al fin y al cabo, no es difícil conocer nuestras propias mentes, somos igual de frágiles y sentimentales. No hay nada como el amor hacia un amigo o un familiar. Las relaciones son pasajeras pero las amistades son eternas. Los novios y novias pasan como cualquier noche solitaria, pero los amigos permanecen como el Sol de cada amanecer deslumbrante. Es por ello que siempre compartimos la felicidad con los amigos, las personas que se convierten casi en hermanos. Y es que no hay nada como la felicidad compartida.
 
 
 
En un mundo tan tacaño y obseso por el dinero las cosas más imprescindibles son las que no cuestan dinero. No porque sean gratis y sin valor, sino porque su precio es infinito y no se puede calcular. ¿Vale más la sonrisa de una bella princesa que unos simples pares de zapatos? ¿Vale más la alegría de un niño que un vestido con diamantes? ¿Vale más un "te quiero" de tu persona ideal que cualquier billete de 500€? Rotundamente no. Yo tengo muchos sueños en esta vida. Soy joven y algunos se han diluído por el camino, y otros se mantienen intactos. Tengo secretos no revelados y mejor guardados que cualquier nota de amor que me hayan escrito. Pero lo que sí tengo claro es que mi ilusión por cumplir estos sueños es la misma que hace 13 años cuando vine a este paraiso. Y mi gran sueño es compartir mi felicidad con el resto. Tal vez logre sacar sonrisas o tal vez no, tal vez logre ser admirado o tal vez no, pero mi empeño por conseguir ver feliz a una triste y preocupada sociedad nunca cesará. Soy un crío y soy ingenuo. Soy uno de siete mil millones. ¿A quién le importa lo que piense? Podría imaginarlo todo así, pero la ilusión y la felicidad es lo último que perderé.
 
 
PD: Si os he conseguido sacar una sonrisa con estos párrafos habrá merecido la pena escribir esto. Recordar que no hay que tener miedo a decir que somos felices, las alegrías hay que compartirlas. Solo así haremos de la felicidad una forma de vida. No todos merecen ser llamados "Sastres de Sonrisas", dar razones al mundo de que mereceis este apodo. Espero que os hayais identificado con estas palabras y ante todo que os haya gustado y entretenido, ha sido un placer para mí. Un saludo y disfrutar vuestra vida y este mes, porque febrero lleva la F de Felicidad.