martes, 21 de mayo de 2013

La distancia: Nostalgia por añorar lo que nunca hemos tenido


¿Cuántos caminos debe recorre un hombre antes de que le llaméis hombre? ¿Cuántas veces debe un hombre mirar hacia arriba antes de que pueda ver el cielo? ¿Y cuántos oídos debe tener un hombre antes de que pueda escuchar a la gente llorar? ¿Y cuántas veces puede un hombre volver la cabeza fingiendo que simplemente no ve? La respuesta es que está soplando el viento, o eso decía Bob Dylan en su canción Blowin' in the wind. ¿Y cuántas veces han de engañarnos para saber que no nos aman, o que el amor está lejos de nuestra figura? Quizá se lo lleve el viento, quizá se lo coma la distancia. Maldita distancia, único impedimento de nuestras locuras amorosas que darían cualquier bien material por recorrer las húmedas rutas que van hasta Escocia, o no tan lejos en mi caso. Pero nada, todo se queda en sueños. Quién pudiera quitar la distancia con el viento, deberíamos decirle al gran Dylan. Nostalgia por añorar lo que nunca hemos tenido, pero lo deseamos tanto que lo echamos de menos. Bien sabe Bob lo que es la soledad, la penumbra, la frustración, la tristeza. Bien sabe Dylan lo que es recordar lo que nunca ocurrió, lo que es poseer lo indeseado. ¿Por qué todo esto? Todo por la distancia, la que nos separa de nuestros sueños más deseados, de nuestras princesas más amadas, de nuestros familiares más queridos. 

Fotos, música, libros y diplomas decoran mi habitación. Suficiente para entretener una tarde, no para consolar a mi alma. Dicen las sabias lenguas que no hay nada más bonito y enriquecedor que una mirada alumbrada por el Sol unida a una sonrisa. Pero asomas la cara y solo ves un infinito horizonte. Infinito, como las Pirámides de Egipto. Infinito, como tu amor por esa princesa que adoras. Infinito, como el mar que observamos en cada noche de verano por la playa. Infinito, como los kilómetros que hay desde ese corazón que quieres conquistar hasta el tuyo. Ese corazón que un día paralizó el tuyo cuando estuvo delante de ti, y te saludó con una tierna sonrisa a través de unos labios sabor a fresa, que se morían por probar los tuyos, que parecen tan envejecidos como las arrugas de un alcohólico desolado entre la oscuridad. Pensar en que ese corazón está tan lejano, tan separado por la distancia, entristece a cualquier ser terrenal. Puro sentimiento, pura sensibilidad, puro amor. Como Romeo sin su Julieta, como Don Quijote sin su Dulcinea. Ambos seres no se sienten sus pieles, pero los pensamientos se besan en la distancia. La grandeza de la mente, bendita locura la suya. 


"Solamente pasaba diez minutos con el amor de su vida, y miles de horas pensando en él", contaba Paulo Coelho en su obra Once Minutos. Cuántos daríamos lo que fuera por volver a atrás en el tiempo, regresar al pasado, y rememorar situaciones similares a esos diez minutos. Miradas, sonrisas, besos, sueños... nada. Está soplando el viento en mi ventana, que pretende llevarse esos recuerdos rumbo al tenebroso olvido. Habría que decirle al bueno de Bob que se lleve el aire de mi alma, no quiero enterrar en las arenas movedizas del desierto los recuerdos, donde descansan las palomas blancas después de surcar los mares. Escuchamos el silencio, hasta que ese viento permanente sigue golpeando nuestra ventana. Parece una llamada, un mensaje. Quizá sea ese alma que desde tan lejos nos añora. O quizá nos olvida, porque el cielo se nubla y derrama gotas de agua como si de lágrimas se tratase. En ocasiones expulsa granizo y relámpagos, quizá por la ira de una traición cometida. Señales de la Alquimia que a veces nos muestran con claridad lo que ocurre. Otras veces nos desconciertan. Porque es lo malo de la distancia: nunca sabes si la persona que añoras te echa de menos o simplemente ni te recuerda. Duele esa angustia, ese miedo a perder a quien queremos. Duele mucho, quizá demasiado para un corazón indefenso. Noches en vela, preguntas sin respuesta. Silencios que nos dicen todo, palabras que no nos cuentan nada. Todo por la distancia. 


Y mientras tanto aquí sigo, esperando alguna respuesta, o alguna situación imposible para cualquier mente cuerda. Pasan las nubes, sale el Sol, mueren los hombres, resucitan las almas... y aquí sigo. Yo y mi música, yo y mis libros, yo y mis diplomas, yo y mis escritos. Y el viento que sigue soplando en mi ventana. Quizá quiera consolarme, quizá quiera crear más nostalgia. Frustración, como la de Bob Dylan al relatar la letra de su maravillosa canción en Nueva York. Por entonces, en la ventana de Bob también soplaba el viento. Por entonces, él también buscaba que alguien le consolase escuchando su música, como yo busco que la gente lea estas humildes líneas, estos melancólicos párrafos, que buscan consuelo entre la tempestad, alegría entre la tristeza, una luz entre la oscuridad. Todo artista tiene su sueño, todo humilde escritor tiene su princesa imaginaria, todo poeta la busca entre la soledad por los aeropuertos de París. Quizá nunca se encuentre, pero que lo que no mate el alma que no nos prive al menos de la inspiración. No creo que el desconsolado alma de un soñador permanente pueda consolarse con estas palabras, simplemente es capaz de llevar el dolor infinito de la distancia consigo mismo. Porque no hay nada más difícil que olvidar lo que un día te hizo feliz, por mucho que quieras. Todos los días vivimos con dolor, simplemente aprendemos a convivir con él. Y a mirar hacia delante, hacia el horizonte infinito. Aquel que lo separa la distancia: la que crea nostalgia por añorar lo que nunca hemos tenido. 


PD: Deseo que estas líneas hayan servido para tocaros un poco más el corazoncito y que os hayáis sentido identificados con estas palabras. Creo que esta entrada sirve un poco como identificación a la situación que varias personas hemos vivido alguna vez. Sea por amor, por familiares o por amigos, todos sentimos añoranza a través de la distancia. El caso es saber disfrutar de esas imaginaciones que nuestra mente es capaz de recrear ante la lógica y la cordura. Para finalizar, os dejo con esta maravillosa canción de Bob Dylan, Blowin' in the wind, mediante la cual he inspirado esta entrada. Un saludo y ser felices. 






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