martes, 23 de diciembre de 2014

Memorias del 2014: Nuestra verdadera lotería

 
Otro año más a tu lado, querido blog. Nos hacemos viejos de repente, ¿verdad? Ya ni recuerdo el momento en el que te conocí por primera vez y te dediqué todas estas palabras. Sin arrugas en la frente, aunque tampoco con ganas de morir. Queda demasiado para eso. Bueno, nunca es demasiado. Lo cierto es que lo único eterno son los recuerdos. Y es curioso, pero seguro que dentro de unos años vendrás a azotar mi memoria con las garras del olvido y ya ni siquiera podré leer en mi mente lo que ella misma imaginó. Y en verdad, ambicionamos ser mayores para poder comernos el mundo y cumplir nuestros sueños. Luego, con dos copitas de vino amargo, llegaremos a la conclusión de que todo tiempo pasado fue mejor, y que no aprovechamos nunca el tiempo en el que creímos que nos comeríamos el mundo que nos devoró. ¿Y en que fase estamos tú y yo, querido blog? ¿Tenemos fe o la perdimos? ¿Nos convencemos de vencer o de ser vencidos? ¿De derrotar o de ser derrotados?
 
Pero, ¿cómo medir el tiempo? ¿Y para qué? Podemos hacerlo en segundos eternos, en minutos infinitos, en días efímeros, en meses contrastantes, en años inolvidables... Optaremos por elegir la posibilidad más frecuente, la que nos dicta un número convencional. 2014 ha sido un año difícil, complejo. Felicidad total y tristeza profunda. Y muchos, muchos errores. Siempre he defendido que una persona jamás debe arrepentirse de sus acciones, independientemente de si sean acertadas o fallidas. Total, nadie sabe los caprichos del porvenir. Todos cuando hacemos algo creemos que es lo correcto en ese momento. Normalmente, el tiempo nos acaba quitando la razón, más todavía si eres un tipo de 15 años que no sabe absolutamente nada de la vida, pero maquilla todo con cuatro lindas y necias palabras.
 
No me engañaré, me he equivocado demasiadas veces, he sufrido demasiado. Supongo que es el precio que he de pagar por la sensibilidad. Pienso en repetidas ocasiones por qué sucedió todo aquello. ¿Qué hice mal? Es una pregunta que siempre retumba en mi cabeza. Todos nos lo planteamos más y muchas veces no encontramos respuesta. La distancia nunca fue una excusa, aunque reconozco que dificulta las cosas. Pero bueno, un amor sincero siempre supera las barreras. Quizás las excediera, los extremos nunca fueron positivos. Todo se perdió, se diluyó. ¿Cuánto daría por recpuerarlo? No lo sé, soy partidario de creer que todo pasa por algún extraño motivo, alguna circunstancia que motiva a regalarnos algo mejor. Pero, ¿y si eso es todo lo que queremos? ¿Por qué nos dicen 'mereces algo mejor' o 'conseguirás lo que te propongas' y huyen? ¿Por qué buscar algo distinto si lo mejor eres tú y todo lo que me he propuesto es amarte?
 
El amor es tan viejo como las excusas. Y por qué no decirlo, como las mentiras. ¿Por qué solo engañamos a las personas que más queremos? Es curioso, que a la única gente a la que somos capaz de tirarle todos los trapos sucios sin tapujos son las que más odiamos. Supuestamente, la mentira, el secretismo, no hacen daño. Tú no eres mi Muro de las Lamentaciones, querido blog, ni siquiera me he planteado pisar Jerusalén para contemplarlo, soy demasiado joven. Pero lamento profundamente haberme mentido a mí mismo creyendo en algo que no era certero, ocultando dentro de mí el dolor que me producía saber que no estaba actuando como debía, pero que no podía hacer algo diferente. La verdad nos abre los ojos, y con lo preciosa que es una mirada profunda... Ojalá dejaran de existir todos mis temores. Puestos a pedir deseos para año nuevo, y ya que seguimos siendo pobres en dinero y ricos en salud y alma, desearía recuperar todo aquello que se perdió por el camino y que a mis ojos merecía la pena. Porque, probablemente, no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Pero, aunque nada sea para siempre, merecemos disfrutarlo por efímero que sea. Y espero que como toda segunda oportunidad en la vida, en mis memorias de 2015 pueda decir, un año más junto a mi hermosa familia, que esta vez estamos todos juntos sin que nadie falte. Y que todo aquello por lo que peleamos ha merecido la pena. Esa es nuestra verdadera lotería, la de la gente que persigue sus sueños sin reparar en el esfuerzo que conlleva lograrlos. Feliz año para todos.


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