sábado, 13 de diciembre de 2014

Nunca volverá a ser para siempre

 
Y te encuentras aquí, solo, escribiendo unas líneas que caerán en el mar del olvido sin ser leídas. Llegas a ese país de ilusionismo, de sueños utópicos de adolescente informal que pretende comerse un mundo que acaba por devorarle. Un mundo que te pide la fidelidad de la que carece, un mundo que te jura lo que deseas sabiendo de su pecado consumado. Porque las palabras, las que siempre otorgan significado a lo que nos rodea, acaban por no tener nunca sentido en esta espiral de mentiras que nos sumerge. Una nebulosa tenaz, feroz, sin piedad ni compasión, que arrolla todo lo que un día fue el motivo para levantarnos a vivir la vida. Porque nunca es para siempre, y siempre es hasta nunca. Se diluyen como un azucarillo en el agua, se esfuman como el asesino del lugar del crimen. Huyen hacia su refugio de cobardía, el cobertizo donde mientras unos escriben versos o novelas, otros idean la misma excusa de siempre.
 
Porque las mentiras no cambian nunca. Los mentirosos, tampoco. Un sabio desconocido afirmó que todo era cíclico, que siempre cometeríamos los mismos fallos y tropezaríamos en la misma piedra sin saber que es ella la razón de nuestros males. Que los ignorantes creerían saber todo y los sabios desconocerlo. Nunca cambiaremos, ¿verdad? Nos corrompe el interés, la lujuria, nuestro propio beneficio. Al final, nacemos y morimos solos. No importa el beneficio común, ni las lágrimas que padezca el de al lado si disfrutamos nosotros. Siento muchas veces que perdimos el cargo de conciencia hace tiempo, que no conseguimos diferenciar el sentido del bien y el mal. Nos propusimos no ponernos límites, creyendo que aquello de "todo es posible" es lo mismo que "todo está justificado". Porque padecer y sentir las separan tres letras en el diccionario, y nunca serán sinónimos. Porque se puede morir viviendo. De dolor, de amor, de mentiras... Morimos en vida, y morimos matando. Nos consideramos los seres más sensibles del mundo sin conocer lo que es un "te quiero" con el corazón saliendo de su compás como Plutón desdoblando su órbita.
 
Nunca sabremos lo que es amar sin recibir puñaladas. Y sin darlas, claro está. Nunca habrá un ser humano sin corromper por la sed de venganza. Hambrientos de ambición, y sedientos de maldad. Dispuestos a todo para acabar sin absolutamente nada. Carpe diem, vive el momento, disfrútalo. El tiempo ya nos pondrá en su sitio, ¿no es así? Presumimos de la eternidad de nuestros actos mientras disfrutamos la efemeridad del presente. Predicamos un infinito sin pararnos a pensar que no somos ni una microscópica parte de él. Que un día dejaremos de respirar y de tragar saliva. Que nuestro corazón indefenso dejará de latir y nuestra existencia terrenal se diluirá en el tiempo como Macondo desapareció en Cien Años de Soledad. Paradójico, incomprensible, contrastante. Nos hacemos preguntas sin respuesta que respondemos sin preguntarnos antes por qué las planteamos. Una naturaleza demasiado compleja.
 
Y es que la vida son continuos tópicos, prejuicios, suposiciones sin razón de ser, pero que existen y se aceptan como la lluvia de otoño o el frío invernal. Collige, virgo, rosas. Juventud, belleza, presente. Coge, virgen, las rosas. Rosas con espinas, que agrietan los dedos y profundizan las heridas de la piel. Heridas que uno disimula como si no existieran, mientras se infectan y se intensifican por dentro, hasta hacerte agonizar. Heridas metafóricas, identificadas con las mentiras de personas para las que los principios son completamente secundarios, o terciarios. Qué demonios, inexistentes. Siempre la misma excusa, como si uno no lo supiera ya. Ni se es viejo ni se es diablo, pero tampoco idiota, ¿verdad? Y tienes que hacerte el ignorante, el inocente, como si no conocieras lo que ya sabe todo el mundo. Como si te sorprendiera lo que es una evidencia. Y callar en silencio, y curar tu propia hemorragia. Pero todo tiene un límite, por más que empeñemos en ocultar nuestra propia verdad. Y por duro que sea, las peores mentiras nos las cometemos a nosotros mismos. Y la hemorragia explota, las puñaladas se clavan como astillas al pecho y te desangran sin compasión, sin poder rendir pleitesía. Sin tiempo ni ganas para pagar el billete de vuelta de aquellos que se fueron, me retiro de la ventana que los veía pasar en busca de un retorno en el que te recordaran lo importante que eras cuando no tenían a nadie más que les dijera lo buenos que eran al reflejo de sus ojos. No pasan de una triste caricatura de lo que pretenden ser. Porque la mentira tiene las patas muy cortas como para llegar al fin del infinito, y se ven obligados a regresar. Luego se preguntan por qué. No hay respuesta. Lo que desconocen, como todo lo que creen saber, es que nunca volverá a ser para siempre.


3 comentarios:

  1. David tu tienes una gran idea de la vida conformada o hecha a partir del punto de vista de un corazon roto o fragmentado q al amar se rompio y de sus cenizas o rescolcos nunca pudo recuperarse no todo en esta vida es algo insignificate solo lo sera si es comparado con el universo pero como a mi me gusta decir las cosas son tal como son y no por ser unas mas grandes u inmensas q otras son mejores puesto q nose si se dice q los mejores perfumes vienen en los fracos mas pequeños aciendo alusion a q un momento muy pequeño definido y efimero puede llenarte mas q toda una vida para finalizar en mi opinion es mejor haber amado alguna vez q no haberlo hecho nunca y de reflexion solamente para q lo tengas en cuenta una gran persona no es la q hace sentir pequeña a los demas sino hacerles sentir grandes.
    Disculpenme por la faltas ortograficas sorry :)

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