jueves, 20 de diciembre de 2012

Si el mundo acabase mañana...

 
Como si de mi último artículo se tratase, empezaré estas sensibles y tiernas líneas de palabras hablando del tema más incandescente de estos días: el fin del mundo. Improbable para algunos, real para otros. Estos párrafos van dedicados a todas aquellas locuras que cualquier ser humano y terrenal como yo estaría dispuesto a hacer antes de la llegada de la trágica Apocalipsis. Solo se muere una vez, así que debemos hacerlo con honestidad.
 
Si el mundo acabase mañana querría que las armas quedasen enterradas bajo las enormes capas de tierra del Desierto del Sahara. Pueden haber peleas, discusiones, alegrías, tristezas... pero nada hace más daño que las armas. Cuantas tragedias vividas por estas máquinas de matar, cuanto dinero perdido entre el viento de un frondoso bosque por la fabricación de estas lacras. Muchos han soñado con el fin de esta sangría, pero nadie lo ha conseguido. Siempre habrá guerras y siempre habrá muertes. Y es que la guerra sólo comprueba una cosa: que el ser humano sigue siendo un inhumano. No lloremos por un mundo que lucha, luchemos por un mundo que llora.
 
 
 
Si el mundo se acabase mañana querría que todos fuésemos iguales y que nadie fuese marginado por su raza, religión o sexo. Muchos lo intentaron, pocos lo lograron. En el recuerdo están Luther King o Mandela (personas admirables en mi corazón) que unificaron una idea y un sueño, la igualdad entre blancos y negros. Aunque, por desgracia, muchos no entienden que solo existe una única raza que es la humana. Da rabia pensar que el humano sea tan estúpido de pelearse contra sí mismo, pero esa es la realidad. Pero algún día, esa realidad cambiará por completo (de hecho ya lo está haciendo).
 
 
 
 
Si el mundo acabase mañana querría que el hambre no existiese en nuestro diccionario y que el cáncer fuese un simple signo del zodiaco. Resulta sorprendente que las personas simples como nosotros seamos recordadas como héroes sin valorar las penurias de la vida mientras que aquellas personas grandiosas que sufren cada día por sobrevivir son olvidadas por una horrenda sociedad. Nunca llegaremos a valorar nuestra suerte, la que nos permite poder recordar a esta gente resguardados bajo un techo y un plato de comida mientras estamos 100% sanos. No lo entendemos y nunca lo haremos. Y espero que ojalá, alguna vez, nadie pueda entender lo que es pasar hambre y sufrir las penurias de enfermedades tan trágicas como el cáncer. Y es que si alguna vez deseais morir, recordar a los que lo hicieron sin desearlo.
 
 
 
 
Si el mundo acabase mañana, me gustaría contar todos mis secretos y hacer realidad mis sueños. Secretos, aquellas palabras que susurramos en los oídos ajenos con la esperanza de que no se difundan. Nadie quiere contarlos, todos quieren saberlos. Paradójico pero verdadero. Sí, sé que puede resultar complicado de explicar y hacer pero debemos cumplir nuestros secretos antes de que llegue un momento que sea demasiado tarde. Vivir nuestro sueño y hacerlo realidad, es el objetivo por el que cada persona se levanta día a día. Y sí, yo tengo mis sueños, como el de encontrar a mi dulce princesa con la que viajar y formar una familia. Pero esos son otros temas, cuestiones de fé e ímpetu, pero relacionadas con esto. Podría contar millones de deseos, pero me quedaría sin párrafos para ello. Lo que si hay es tiempo para cumplirlos (y mucho).
 
Hay tantas cosas que me gustaría cumplir antes de que todo terminase mañana, pero no acabaría. Y es que no busco el mundo perfecto, sino mi mundo perfecto. Porque la perfección global no existe, pero sí la de uno mismo. Y el que crea encontrar lo perfecto, será el más imperfeccionista de todos. Si el mundo acabase mañana, querría deciros antes que os quiero con mi alma, y que disfrutaría de vosotros allá donde estuviese. Espero que os haya gustado y sensibilizado el artículo. Hasta siempre.
 
 

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