viernes, 4 de octubre de 2013

Y por favor, una sonrisa


Quién no sabe cuán caprichoso es el destino, que en este 4 de octubre tan feliz y especial, despierta con un cielo ennegrecido  por órdenes del inframundo y con los destellos de los relámpagos como única iluminación de nuestros días. Destellos, sonrisas, que decoran u ocultan en cierta medida las frustraciones de nuestras vidas. Sonrisas que ejemplifican mares de lágrimas. Rayos que magnifican millones de gotas de lluvia como si formasen un mar de sentimientos y penas. Otoño lo llamaría Vivaldi con sus maravillosos acordes. Melancolía lo califica cualquier terrenal más preocupado de aparentar ser feliz que de serlo realmente. Es el cielo, entristecido, el que saca a relucir en una mañana tenue de tempestad que la vida es un regalo envenenado, un castigo injustificado. Es él, quien evita que en el día que homenajea el mejor maquillaje de cualquier doncella (ese eres tú, querida sonrisa), podamos disfrutar de los permanentes rayos del Sol, de la brillantez de aquellas estrellas que decoran el visage nocturno de la Luna. Y es él, el cielo, el que muchos suspiramos por tocar, el que simplificamos en las pequeñas cosas que dan sentido a nuestro mundo (como las letras a las palabras y las palabras a estos párrafos), el que cruel como pocos nos recuerda que en el Olimpo no solo dominan las fuerzas divinas de Apolo, que la perfección no existe en el caos de nuestras vidas rutinarias y monótonas, repetitivas y frustradas.

Pero la madre Naturaleza, controladora del tiempo y más sabia que el destino, encuentra en los tristes acordes de mi piano un motivo para cambiarlo todo. Calma entre la tormenta, piedad dentro de la anarquía, paz en la guerra. El ser humano, tan simple y tan complejo, suspira por un deseo que su mente no es capaz de creer ni en sus sueños más utópicos que se hará realidad. Desliza sus primeras lágrimas por la mejilla, que se congelan entre la frialdad de la maldad. La maldad que padecieron millones de judíos en el Holocausto, los negros en el Apartheid, el poeta solitario, el vagabundo hambriento y desahuciado, así como el enfermo torturado y maniatado por caprichos del azar. Por todos ellos, Orfeo pide pleitesia con su lira. Contagia al mismísimo Satanás de su cordura, la mayor de las locuras, y el Universo conspira en favor del desolado. Caprichos del destino, inexplicables en horóscopos y Alquimias. Ni Paulo Coelho y su querido Alquimista podrían hacerse pájaros para volar, ni transformarse en viento para soplar en las arenas movedizas del desierto. Como tras toda tempestad siempre llega la calma, el cielo se abre, como si de un acto divino se tratara. Divina sea la vida, que muestra en un simple acto de bondad, que a pesar de lo ennegrecido que esté nuestro cielo, que a pesar de toda calamidad, siempre existirá una oportunidad, una puerta que nos induzca en la escalera que lleva al cielo. No necesita los acordes de la guitarra de Jimmy Page ni la voz de Robert Plant para decorar su bendita ascensión, pero la vida, detallista como pocas, alcanza la perfección de su infinito deslumbrando con sus primeros rayos de Sol.


Vuelven a brillar los mares, vuelven a brillas las perlas. Ojos llorosos que convierten sus lágrimas en preciosos arco-iris reflejados en esas gotas llorosas que todavía la mejilla no ha secado. Dientes blanquecinos que se muestran ante el mundo ejercitando los trece músculos más benditos de todo terrenal. Porque entre la depresión otoñal, los lloros permanentes del firmamento, los árboles desnudos en sus copas, las hojas descompuestas en el suelo que descienden lentamente por el aire que se lleva cualquier recuerdo del caluroso verano, porque entre todo eso, la madre que todo lo creó, la Naturaleza fusionada con la vida sabe dar su bendito homenaje. Da la oportunidad a aquellos que, maniatados por sus caprichos avaros, muestren su belleza conmoviendo lo inconmovible. Y ni siquiera fue la belleza del arte de las Musas, o el virtuosismo de Orfeo con su música lo que sensibilizó a las divinidades que rezan a Atenea en las puertas del Partenón. Fue la sonrisa de aquel anónimo humano, aquellas perlas brillantes que se formaban en su boca, aquella obra de arte que ni un cuadro podría enmarcar, lo que hizo a la vida reinventarse. Mostrar felicidad ante lo temeroso, desafiar a los límites ilimitados, conmover a los dioses y mortalizarlos, todo ello con una sonrisa. 


Porque es ella, la sonrisa, la que nos exilia de las penas por profundas que sean. Porque es ella la que nos enamora, la que convierte nuestros indefensos corazones en juguetes maniatados por la belleza que nos encandiló. Porque es ella la que cura miles de enfermedades, por duras que sean, puesto que sin fe no hay gloria. Porque es esa gloria, esa felicidad, la que la simplifican esos trece músculos que nos elevan a la perfección (maldita sea el que considere el número trece como desgraciado, pues no es más que una bendita bendición). Y porque es ella, esa sonrisa, la convierte a los silencios en un mar de expresiones y a las palabras en marionetas que vagan sin sentido alguno por las rutas de la vida. Porque es de la vida su esencia. Porque esa es la sonrisa. Y todo esto es un simple homenaje, como el que todo el firmamento quiso darle en esta tarde de viernes. Quizá esto sea algo temporal, pero su expresividad seguirá perdurando en la eternidad. Su lucimiento seguirá siendo la mayor meta de los hombres, y su resplandor el mejor maquillaje de cualquier mujer. Porque mañana volverán las lluvias de octubre, tristes y melancólicas como pocas (aunque nunca comparables a la lluvia de noviembre que tanto me excita), pero nosotros, los diminutos y simples humanos, seguiremos luciendo nuestras hermosas sonrisas. No como destellos del relampagueo, sino como los rayos del Sol permanentes que nunca dejan de alumbrar. Pidamos entonces un deseo ante el valeroso cielo, que nos permita deslizarnos por el camino de la felicidad a nuestro antojo. Sin limitaciones, sin complejos. Y por favor, una sonrisa.


PD: No podía dejar pasar la oportunidad de escribir en un día tan especial como este así que puse todos mis esfuerzos en realizar una hermosa entrada a la altura del día. Solo espero que os haya gustado. Me ilusiona poder volver a este maravilloso blog y plasmar en unas cuantas líneas la belleza de la vida. Sí, un regalo complejo y con problemas, pero un regalo. Hoy más que nunca espero haberos hecho felices sacando emociones y alegrías. Y por favor, una sonrisa =D



2 comentarios:

  1. otra, otra, otra. David una muy buena entrada, de verdad. De esas que lees una y otra vez y sigue gustando y encandilando. Gran trabajo, GENIO!!

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  2. Y una entrada por fin del gran maestro de la escritura :)

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