domingo, 17 de marzo de 2013

La mentira: La única verdad universal


Solo existe una verdad universal: y es que en este Universo todo está conspirado por las mentiras. Nadie puede afirmar con certeza que jamás ha mentido, y el que lo haga ya estará engañándose a sí mismo. Mentiras, aquellas farsas que un día creímos (o nos hicieron creer) que eran verdaderas. Mentiras que dijeron que eran por nuestro bien, mentiras que solo trataban de ocultar un secreto certero, mentiras que buscaban tapar otras mentiras... Todas son descubiertas en el alma del hombre y todas poseen su lado de culpabilidad. Ningún corazón indefenso y frágil ignora la mentira. Porque mentir conlleva a traicionar, y traicionar no es más que una simple muestra de falta de honor dignidad. Muchas veces anteponemos lo sencillo ante nuestro honor, olvidando valores como lealtad, orgullo y dignidad. Eso es la mentira: olvidar los valores vitales y hundirlos en el refugio de la cobardía. En estas líneas me centraré a repasar lo que viene a ser este concepto absoluto, tan dañino en cada uno de los corazones humanos con miedo y cobardía.

Mentir, por cuantas y cuantas cosas habremos engañado, ¿verdad? Mentiras por amor, mentiras por dinero, mentiras por envidia... Todo por cobardes. Por miedo a no decir la verdad. Tantas y tantas veces habré hablado del miedo en este blog que no merece la pena ni mencionarlo. No hace falta recordar que el cobarde no triunfa en la vida más allá de hundirse en sus arrepentimientos internos. Huir de las verdades ocultándolas con mentiras. Como un borracho entristecido que no para de beber únicamente para olvidar sus verdades. Solo así la mentira se convierte en nuestra verdad, inalterable como el tiempo. Mentiras que se convierten en una espiral de problemas que no tienen salida alguna, como un laberinto enrevesado. Mentiras que nos hunden en la miseria, como el borracho que ocultó su verdad bajo el alcohol y que convirtió a este en su cruda realidad. Mentiras que explotan y nos mandan al infierno, mentiras que hacen que no tengamos ninguna credibilidad en nuestros rostros. Mentiras que conspiran en las mentes malignas y terrenales de los humanos. Maldita sea, ¿cómo podremos ser tan retorcidos y desgraciados para traicionar a nuestra propia especie? ¿Cómo podremos tirar nuestros valores y nuestra propia vida por un simple bien que nunca llega? La mentira solo tiene un logro, golpearte con la cruda realidad. Empecemos por las mentiras de amor.


Para siempre. Me río de esa afirmación tan estúpida como hipócrita. Si ni siquiera nosotros somos eternos o infinitos, ¿cómo podemos atrevernos a desafiar a lo inmortal con un "para siempre"? Maldita farsa que curiosamente todos nos creemos. Y nos lo seguimos creyendo, aún conociendo los límites de nuestra vida. "Tú dices que amas a la lluvia, sin embargo usas un paraguas cuando llueve. Tú dices que amas el Sol, pero siempre buscas una sombra cuando el Sol brilla. Tú dices que amas el viento, pero cierras las ventanas cuando el viento sopla. Por eso es que tengo miedo cuando dices que me amas". Así definió Bob Marley nuestras mentiras sobre amor. Reflexionemos sobre ello. Decimos amar a alguien a quien abandonamos a los tres días por "pena". Decimos amar a alguien cuando llamamos "princesa" a otras miles de chicas. Decimos amar a alguien cuando nuestros labios han saboreado otras lenguas. ¿Sabemos realmente lo que es amar? Nadie realmente lo sabe. Amar es querer a alguien cuando más le odian, es sonreír a otra persona cuando ella llora, es calentar el cuerpo frío de nuestra amada con un abrazo, es recordarla lo que es un beso cuando el olvido ha enterrado sus mejores recuerdos. Eso es amar. Mientras sigamos pensando que somos imperfectos y nos quedemos estancados en no querer tocar el cielo, seguiremos siendo tan mediocres como siempre. Mientras sigamos teniendo miedo, seguiremos mintiendo. Así hasta el final de los días, el "para siempre" continuará siendo una estafa universal y el "te quiero" una frase sin significado alguno. 


Todos sabemos que tenemos un príncipe o princesa que conseguir y que el destino nos brindará un amor "eterno". Pero preferimos deshonrar nuestra voluntad por no querer seguir las exigentes y complejas señales de nuestra vida. Preferimos mentir y llorar como niños. Al fin y al cabo, la única cosa que sabemos hacer los humanos desde que nacemos es llorar. Sin embargo, muchos nos limitamos a no aprender ni siquiera a sonreír. Por cobardía, por miedo. Pero olvidamos nuestros principios de lealtad y fidelidad, si es que alguna vez los tuvimos. Somos frágiles y débiles ante todo, y el amor es demasiado grande para nosotros. Quien sabe amar podrá tocar el cielo. Esa es la única manera de alcanzar la eternidad que un día Dios Padre le prometió a Jesucristo. Pero mentimos.

Y mentimos por dinero o por cualquier elemento material. Mentimos porque creemos que la traición nos traerá una recompensa, cuando en realidad no hay dinero que pueda recuperar nuestro orgullo, nuestra lealtad, nuestro honor y nuestra dignidad destruidos entre los engaños y las traiciones. Ni Roma ni la vida paga a los traidores por sus acciones, solo los castiga el diablo en el infierno. Y todo por falta de lealtad, el primer valor que los hombres olvidan. Y es que la grandeza de las personas se mide por la lealtad de sus corazones y la humildad de sus almas. Curioso, que pocos conocen el verdadero significado de estos dos valores que creerme, nada ni nadie pueden pagar. Ni muchos menos un billete o una insignificante moneda de oro. Todo porque el precio de nuestros principios es tan infinito que es imposible catalogarlos con un simple número.

PD: Siempre lo digo, espero que si os habéis molestado en leer estos párrafos, ante todo deseo que os hayan gustado y que os hayan hecho reflexionar. Si he podido influir en que os sintáis identificados con la entrada, sería un honor y un placer para mí. Ante todo, me gusta que disfrutéis con esta breve lectura, tanto como disfruto yo al escribir en mi blog. ¡¡¡Un placer y un abrazo para todos!!!



2 comentarios:

  1. Muy buena entrada Don David, la verdad es esa, cuantas veces no mentimos para conseguir lo que queremos sin pensar que eso nos hace ruines y miserables.
    Un abrazo crack

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    1. Muchas gracias Paco, eres una grandísima persona lo primero y te agradezco leer la entrada. Lo segundo, concuerdo contigo en que nos mentimos solo por conseguir objetivos que a la larga arrastran nuestro mayor valor: el honor y la dignidad. Un saludo!!!

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