Querida Vicky:
Amor es el sentimiento
máximo que todos los humanos podemos llegar a sentir. Una bonita mezcla de
locura y razón, de utopía y realidad, de lógica y paradoja. Incluso, por qué no
decirlo, de alegría y tristeza. Disfrutar con el sufrimiento, temer sonriendo y
ser feliz llorando. El antídoto de las flechas de Cupido no es más que la
simple rareza de estar enamorado. Muchas veces me paro a pensar lo que me ha
costado a llegar a ser amado, y lo bien que creía hacer las cosas. Cierto es
que todo lo superficial atrae, pero las almas unen, las miradas conquistan
paraísos y las sonrisas una eternidad. No era cuestión de belleza, ni siquiera
de indicaciones. La vida, como cualquier camino, suele llevarte hacia un
destino que ni siquiera conoces. Miedo a lo desconocido, lo llaman.
Y entre ese pavor de
soledad apareciste tú, la protagonista de esta novela interminable. Apenas
tengo un simple borrador, pero mientras las palabras se carguen de la
inspiración que una musa como tú desprende, lo demás vendrá guiado por las señales
de la naturaleza. Señales, como el viento que azota tu esbelto cabello. Como la
lluvia que cae del cielo en forma de lágrimas que brotan de mis ojos cuando no
te tienen. Como las olas del mar, ése que es tan inmenso como tu mirada, tan
tierno como tus abrazos, tan dulce como los ríos que desembocan en él formando
una curvatura perfecta en forma de sonrisa. En forma de labios, los que anhelo
en cada amanecer y cada anochecer, en cada mañana y en cada ocaso.
Hay días que siempre
determinan la vida de alguien, días en los que el aliento no es más que una
simple palabra. Aliento, como el que te faltaba a ti en aquel mágico 14 de
septiembre del 2013 a las puertas del cielo, del Vicente Calderón. Me abrazaste
tan fuerte que no quise soltarte nunca. Solo en ese breve instante, rocé tus
labios con los míos. Tú, a cambio, me esbozaste la brillantez de tus perlas. Y
aquí nos hallamos, entre la soledad del que sabe que existe alguien que suspira
por él, entre el temor a la distancia que superamos juntos cada día, entre la
llama de un amor que parece no encontrar un final. Seguramente he cometido
muchísimos errores, pero quizá nadie es consciente de la dureza que supone para
mí tenerte lejos, echarte de menos. No hay peor sensación que sobrevolar por mi
cabeza la posibilidad de levantarme un día sin poder mimarte con mis palabras.
Quizá no tenga mucho
más que ofrecerte, pero sé que es todo lo que necesitas. Siempre te lo he
dicho, mi mediocridad como persona no es comparable al amor que siento por ti.
Un sentimiento que nadie podrá equipararlo. Recuerdo el día que paseamos juntos
por el centro de Madrid, el único lugar terrenal que te eleva al cielo de la
eternidad. Desde entonces, estoy seguro
de que he encontrado mi sitio en esta inmensidad de universo, solo equiparable
a tu venerable rostro. Cómo olvidar también el día en el que te ofrecí mi
primer regalo, aquel oso tan enorme que solo mi ilusión por hacerte feliz lo
podría igualar. Puede sonar algo precipitado, pero todo Romeo tiene su Julieta,
todo escritor tiene su doncella, y tú eres mi inspiración divina. Son más de 8
meses a tu lado, y quiero recordarte que el próximo 8 que cumplamos será
tumbado. Hasta el infinito, y más allá. Te amo, mi vida. Mi Vicky :)